Willie Piazza
Tuve noticia de esta mulata de Nueva Orleáns por el cuento Jardines ocultos, que incluyó Truman Capote en su libro Música para camaleones. El periodista y escritor estadounidense recordaba a la alegre dama “vagando bajo la sombra de un parasol encarnado” y la define como “condesa Willie Piazza, propietaria de una de las más lujosas maisons de plaisir del barrio de las luces rojas [de Jackson Square, Nueva Orleáns]”.
Willie Vicente Piazza fue el fruto prohibido (nacida alrededor de 1865) del joven Vincent Piazza, hijo de inmigrantes italianos, y de Celia Caldwell, una negrita de Jackson, Mississippi.
Tras algunas vicisitudes, que no me interesan en este momento, Willie, a sus treinta años cumplidos, estableció casa de citas en el barrio de Storyville, dedicándose por entero al comercio sexual, en calidad de madame.
Como nota curiosa para la época, las mujeres que trabajaban en su burdel se conocían como octoroons, es decir, mulatas o cuarteronas con un marcado ascendente europeo y una genealogía ligeramente más blanca, que ejercían su poder erotizante para una clientela masculina exclusivamente blanca.
A pesar de la estricta segregación racial y las críticas de los reformistas, el lupanar de Piazza, un edificio en el 317 N. en Basin Street, la calle principal de Storyville, fue prosperado dentro del distrito, hasta convertirse en uno de los lugares más conocidos y de mayor de interés.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, los funcionarios federales quisieron clausurar todos los locales del distrito de Storyville (zona de prostitución tolerada) para proteger a los soldados de las infecciones venéreas, alegando además la necesidad de una limpieza racial. Piazza y otras mujeres de color (‘más de dos docenas’, comenta Alecia P. Long, de la Universidad Estatal de Louisiana) se resistieron a esta supuesta ley y presentaron una demanda, que llegó hasta la corte suprema del estado, de la que sorprendentemente salió victoriosa. Pero este triunfo duró poco. A finales de 1917, poco después de que se resolviera el caso, los funcionarios federales, por no sé qué sucias vías, obligaron a la ciudadanía a clausurar todas las casas de lenocinio.
Una de las especialidades de la mancebía de madame Piazza era el picacismo, que no es más que la ingestión de comidas aderezadas en órganos sexuales. Capote, en su texto, relata: “su casa era famosa por un exótico refresco que ofrecía: cerezas frescas hervidas en crema de leche, aderezadas con ajenjo y servidas en el interior de la vagina de una bella mulata recostada”.
Willie Piazza, con la fortuna acumulada en los tiempos de prosperidad, siguió viviendo en su propiedad Basin Street ‘de una manera tranquila, pero digna’. Compró un yate y navegó al Caribe y a otras costas. El 2 de noviembre de 1932, murió de cáncer en Nueva Orleans, ‘dejando tras de sí una finca sustancial’.
* EJ Bellocq, storyville retrato, alrededor de 1912.
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