Septimio en Hislibris
Crítica de Fuensanta Niñirola en Hislibris, libros de historia, libros con historia, publicado por Ariodante, el 9 de enero de 2015; y en la revista literaria Wadi-as (10 de enero de 2015)
Los amantes de la buena literatura disfrutarán leyendo este libro, porque en él confluyen diversas corrientes, muy relacionadas con la fantasía, la imaginación, la recreación histórica, el cuento, lo legendario y diversos niveles de mitología, tanto profana como religiosa. Narración pura, en la que las diversas historias se entrelazan, se cruzan, partiendo por diversos caminos, ora divergentes ora convergentes, donde los personajes, a cual más disparatado o inverosímil, se hacen creíbles porque el autor sabe crear la atmósfera adecuada para que la imaginación se dispare y admita que cualquier cosa puede ser real…o que existe una realidad literaria distinta de la cotidiana, y es justamente esa realidad la que nos hace soñar, transportando al lector por mundos variopintos, haciéndole vivir aventuras maravillosas, salir triunfante de lances terribles o conversar con seres con los que difícilmente habría imaginado fuera del sueño.
¿Cómo calificar, pues, la obra? Este libro es, sencillamente, un largo cuento. El cuento es la más pura tradición de la literatura, la narración oral, homérica, los juglares medievales, esas historias que en el siglo XIX contaban Kipling, Barrie o incuso Lewis Carroll. Pero todos sabemos que los cuentos, además de entretener al oyente/lector, transmiten muchas otras cosas.
Concretemos, pues: por lo pronto, es una obra de ambientación histórica, pero de intención fantástica. Situada en el alto medioevo visigótico, una oscura época en la que aún dura la romanización, dándose una fuerte impregnación de la mitología clásica con el cristianismo primitivo, en sus versiones arriana y romana. Magia, religión y ciencia se entremezclan. Es la época de Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo. Estos tres personajes son telón de fondo para situarnos en el escenario hispánico. De vez en cuando los personajes reciben noticias de los trágicos sucesos de la familia real. Pero todo lo demás que ocurre, incluso algunas fugaces apariciones de San Isidoro escribiendo las Etimologías o en el Concilio de Toledo, son ficciones, o realidad tan manchada de ficción que lo mejor es olvidarse de la historia real y sumergirse en la narración de fantasía. Así pues, el resultado es una mezcla de libro de caballerías, cuento oriental o bizantino, narración-río, algo así como un road movie hispánico, con su pizca de picaresca, humor negro y escatológico, desfilando una larga lista de personajes, algunos incluso históricos, (si bien representados aquí con grandes licencias). Hay, sin embargo, uno central, aunque no es hasta avanzado el libro que le reconocemos con eje de la historia: Septimio, el séptimo hijo de Ursa y Prudencio, un pobre vinatero de la legendaria ciudad de Ilíberis (cercana a Granada). Antes de llegar a desarrollar propiamente su historia, conocemos a su familia, que es doble, porque Ursa también tiene hijos con el Marqués de Dosaguas, aunque esos hijos salen morenos y los otros, rubios. Y también conocemos a la cristalina Clara, que transmuta de humana en figura de cristal, según duerma o vele, al caballero bizantino Kosmas, al sabio Nicéforas, el patituerto Ramiro, de pierna telescópica, el hombre serpiente, la vieja hechicera Edelvira, las dos Antonias, Seisdedos, …y mejor será que el propio lector haga el recuento.
Septimio, joven enamorado de quien no debe, pierde –literalmente- la cabeza. Más que perderla, se le despega del cuello y ha de llevarla al brazo. Este “descabezado” inicia viaje buscando solución a su problema capital, y a lo largo del camino, que recorre la Hispania premedieval o tardorrománica, por la ruta de la Plata, va siendo testigo de todo tipo de prodigios, encontrando seres tan fantásticos con él mismo, y recabando historias de toda índole imaginaria, así como leyendas y mitos clásicos, contados por unos y por otros. Leyendas que hacen conocer a otros decapitados famosos…En la segunda mitad del libro, un nuevo personaje, el fraile Serenus le acompañará, montado en un pollino al que considera humano como el asno de Apuleyo. Serenus y Septimio recorrerán media península hispánica buscando un destino que tampoco tienen del todo claro.
Salvo la parte de la estancia en Toledo/Toletum, donde la narración se remansa y detiene quizá en exceso, el resto es pura aventura. En mi opinión, la parte toledana es la menos amena, aunque tenga sus buenos momentos, como la descripción de los banquetes en la corte de Recaredo, servidos por mandriles amaestrados, por poner un ejemplo. El conjunto, sin embargo, es una historia que traza un círculo imaginario, una serie de entretenidas, divertidas y extraordinarias historias, bien hilvanadas, bien construidas, con un lenguaje cuidadoso y respetuoso con la época, si bien en algunos momentos el narrador omnisciente y contemporáneo se permite el lujo de citar a autores -a modo de aparte- antiguos, modernos y contemporáneos. Con lo que no hace sino recordarnos que nos movemos en el mundo literario y que las referencias son, han de ser, literarias.bra entretener al oyente/lector, transmiten muchas otras cosas.
Es esta una novela muy elaborada, de lectura pausada, que proporciona al lector diversas opciones de lectura. Seguir la narración lineal, en superficie, en sus diversos recorridos, historias adyacentes, tangenciales, etc., lo cual de por sí ya es un entretenimiento y un placer; pero además, hay una lectura entre líneas que proporciona, al lector que consigue entrar en ello, una segunda lectura, más referencial, llena de alusiones, ironías, homenajes y recuerdos. Y no solo eso: muchos pasajes hacen detenerse al lector y reflexionar sobre la vida y las múltiples opciones, sobre el bien y el mal, sobre el pensamiento y la acción, siempre desde un punto de vista literario, aunque rozando lo metaliterario. Abstenerse amantes de la lectura rápida y poco exigente.
El libro se divide en cuatro partes y un breve epílogo, tras lo cual se incluyen dos listados, de los lugares visitados (que aparecen con los nombres legendarios o antiguos) y de los personajes, aclarando cuales existieron y cuales son pura ficción.
Para orientar aún más al posible lector citaremos unos cuantos nombres de autores o corrientes literarias cuyas obras resuenan como un eco con esta lectura: de los clásicos, Apuleyo y Luciano de Samosata; del medioevo, los libros de caballerías; del siglo de oro español, la novela picaresca; la corriente del realismo mágico hispanoamericano; el fantástico Italo Calvino; el increíble Borges; los relatos de Kipling; y por no seguir, cerraría con Alvaro Cunqueiro, nuestro ínclito gallego universal, que veo muy reflejado en todas estas andanzas, transmutado en andaluz.
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