Bámbola
Me lo contó como algo trascendental mientras paseábamos. Del cuerpo habíamos pasado a la razón y, después de manifestar su futilidad, habíamos aterrizado en el alma. En un bar de carretera, acudió al aseo para enjuagar unas uvas que había comprado por el camino y en ese momento le apetecían los granos tintos en vez de tomar cualquier otro aperitivo. Sus amigos se quedaron en la barra apurando sus consumiciones. Frente al lavabo, cuando el espejo reflejaba inconscientemente su imagen y el agua corría libremente entre las frutillas granate, le pareció percibir algo, quizá un reflejo, puede que su propia imagen. Estaba cansada y volvería a dormirse en el coche cuando emprendieran el camino. En el mismo instante de cerrar la puerta con el pie, a dos centímetros de su cara, encontró otro rostro, exuberante, de dientes dorados y exceso de maquillaje, que, saliendo del aseo de señoras, a la derecha, según reflejaba el azogue, con una voz gruesa le dijo: “Cómo estás, preciosa”. Ella, emocionada por la situación, deseosa de no se sabe qué y con algo de miedo, se vio a sí misma en la sombra de esa prostituta drogada buscando sexo a granel. “Cómo te llamas”, continuó la aparición. Ella, casi intimidada, le dijo su nombre, preguntando a su vez el nombre de su asaltante que dijo llamarse Bámbola, como la película de Bigas Luna. Era grande y elegante. Se tambaleaba rosa y carmín. Las manos se le iban de las piernas a los pechos. La chica del racimo, mi amiga, con un miedo inexplicable, para ocultar su nerviosismo, elevó la fruta entre las dos, como si fuera un muro, y le ofreció unos granos —¿quieres uvas? — mientras ella comía igualmente para rellenar la inestabilidad. La buscona, arrancando tres uvas, le dio las gracias y propuso darle un beso. Un no titubeante y sin convicción culminó el encuentro. La joven, que ya había advertido la androginia de un travestido, salió del baño con ideas encontradas, advirtiendo que algo suyo, presente o porvenir, quedaba en aquel lavabo.
* Fotograma de la película de Bigas Luna.
0 comentarios