Blogia
volandovengo

Otro camino, la misma posada

Otro camino, la misma posada

Flamenco Viene del Sur. Por qué cantamos

Rocío Márquez presentó su espectáculo, Por qué cantamos, en el teatro Alhambra, en el ecuador del ciclo Flamenco Viene del Sur. Ella misma se responde en el programa de mano: “Cantamos desde el respeto a la tradición y desde la necesidad de hacerla nuestra. Desde la poesía y para sus autores; desde sus autores para la poesía. Cantamos por y para Mario Benedetti, William Shakespeare, Jorge Manrique, Daniel Olmos, Teresa de Jesús y Juan Ramón Jiménez. Cantamos por y para todas estas razones. Porque es nuestra manera de comunicarnos con el mundo; para que este no se nos escape”. Esas inquietudes nos las quiso traspasar el lunes a todos sus fieles y a los no tan fieles.

Rocío tiene un destino que es la búsqueda. Rocío ha cogido el camino nada fácil de los creadores en el flamenco, de los que miran más allá desde el respeto a la tradición. Rocío es vanguardista sin abandonar ese poso de conocimiento y ortodoxia que ya dejó sentado en sus primeros trabajos discográficos, en sus cientos de recitales y en esa Lámpara Minera que le alumbra desde 2008.

La primera lanza que rompe es a favor de las letras. ¡Hay tanto escrito de belleza sin par! Rebusca en los libros y los autores que de una forma u otra llegan a su cabecera e impregna con ellos su música, que tampoco es convencional. Dándole una vuelta de tuerca a las formas clásicas, experimenta algo nuevo. Es morentiana en su apuesta.

El recital comienza con una granaína invertida con textos de Benedetti. Se trata de una granaína donde la voz hace las veces de la guitarra y viceversa. Pieza interesante, que pronto se convierte en la Jotilla de Aroche y en una suerte de fandangos, que llama de infancia, donde hace un recorrido por los pueblos de su tierra onubense.

Para los tangos se acuerda de Morente y adapta letras de Shakespeare, santa Teresa de Jesús y otros. Su voz es dulce y laína, con una potencia lírica muy agradecida. A su lado, un gran cuadro la arropa. El granadino Miguel Ángel Cortés, a la guitarra, es un derroche de efectividad e inventiva; Agustín Diassera, necesario en una percusión que recoge el latido de la noche; y ‘Los Mellis’ a los coros y palmas, no sólo dimensionan el conjunto sino que lo espolvorean de calidez.

Uno de los momentos que me entusiasmó fue cuando interpretaron Otra Rosa, hermana pequeña de las alegrías, con letra de Juan Ramón Jiménez y un glorioso estribillo coreado.

Trajo a García Lora con la milonga y a Daniel Olmos, un poeta amigo, con Chocolate con pan, antes de embarcarse en las creaciones de Pepe Marchena. El Romance a Córdoba es un decir de mucha dificultad, donde el recitado y la copla se dan la mano en un continuo esfuerzo de habla y canturreo. Rocío sale triunfante de este reto, aunque, quien se acuerda de Marchena, puede poner alguna objeción. Mi ole vaya por delante.

Acercándonos al final, el versátil Niño de Elche sube al escenario, planteándonos con la artista una Performance polifónica a capela de bastantes quilates, siendo lo más extremista e incomprendido de la noche, en el que recita, sobre efectos sonoros repetidos, grabados en directo, el Salmo 21 del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal.

La seguiriya ¿Por qué cantamos?, con textos de Benedetti cierra la noche y un círculo cuanto menos interesante que empezó a trazar al comienzo de la velada.

Un par de fandangos naturales, como bis, rubrican otra entrega sobresaliente del flamenco sureño.

0 comentarios