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volandovengo

Día del padre

Una de las bondades de ser padre se presenta el 19 de marzo cuando mi familia (pequeña familia) se despierta de otro modo y mi hijo, de poco más de dos años, me regala un papel garrapateado en la guardería entremezclando pintura de dedos. Es un día que, en cierta forma, me pertenece. Se me presenta como la letrilla esa que se canta por bulerías: "Esta noche mando yo, mañana mande cualquiera". Es un día especial que hay que celebrar, al fin y al cabo llevo tan sólo un par de años ejerciendo de San José. Así que, sin miramientos, nos fuimos a comer a San Nicolás (sí, ese restaurante prohibitivo en el corazón del Albaycín para disfrute de visitantes y políticos). La comida muy elaborada ("Stupenda", diría Forges), pero la espera inhumana. Más de media hora para que vinieran los entrantes (con el vino casi habíamos acabado). Hicimos tres veces la digestión de la ensalada de canónigos y marisco rebozado (delicatessen, pero escasa). Cuando llegó la carne, ya no teníamos ganas de celebraciones. Al acabar un digestivo (té de arándanos) para digerir la dolorosa que, después de la dilatada comida, no mereció la pena. Conclusión: local desaconsejado para quien piense en un almuerzo asequible y tenga un hambre inmediato. Ah, tampoco disfrutamos de un gran servicio (¿O seré yo que cada vez aguanto menos que me saquen los ojos con un tenedor?)

1 comentario

Kpicúa -

Con mucho gusto, desde hoy me engancho a tu blog y a tus devenires...