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Asprogrades vuelve a llenar el Manuel de Falla

El certamen se ha convertido en un buen escaparate para los jóvenes artistas

Sin un hueco en el Auditorio se desarrolló la segunda parte del X Festival Flamenco de Asprogrades, que tuvo su primera entrega el pasado 3 de marzo en el mismo lugar. Como en la ocasión anterior, el concierto no tuvo desperdicio. Como en mi comentario pasado, vuelvo a repetir que festival benéfico no es sinónimo de festival de segunda, de relleno sin sentido, de cumplir sin más. Todos los artistas se entregaron, no sólo por aportar su grano de arena a una noble causa, sino también porque este tipo de eventos vienen siendo un buen escaparate donde cientos de personas observan al artista.

Incluso hay sorpresas que, por no estar en juego todo el prestigio de una figura, se exponen sin vacilación. Es decir, el artista, al no llevar todo el peso del concierto, se puede permitir ciertos ’ensayos’ o ’familiaridades’ que en otro foro donde se le exige el cien por ciento, no se lo tolera. De esta manera pudimos ver como las hermanas Heredia, Antonia y Jara, bailaban juntas unos hermosos tarantos; o como José María Ortiz y Carlos Zárate, dos de nuestros grandes guitarristas, no incluidos en el populoso olimpo del comercio, abordaban juntos una rumba de excepción; o como José Fernández, de los primeros cantaores de nuestra cantera, presentaba a su hijo, del mismo nombre, para que debutara con la guitarra a su lado.

Asprogrades es una asociación cuyo fin principal es buscar soluciones a las necesidades de las personas con retraso mental y a sus familias. Desde 1964 cumple, sin fisura alguna, su labor de integración social plena de este colectivo. En la actualidad se benefician unos cuatrocientos deficientes de sus servicios, que cuentan con más de cien trabajadores y del apoyo y la financiación de la Fundación ONCE, de la Junta de Andalucía y del Ayuntamiento de Granada, aparte de la colaboración anónima de bastantes empresas, colectivos y particulares que son sensibles del esfuerzo.

Para esta velada, que se alargó en demasía, se unieron a los flamencos granadinos, compañeros de Málaga –Irene de Benita y su grupo– o Antonio Díaz, cantaor motrileño que vino arropado de una multitud de vecinos que salpicaban la sala. El sonido de esta segunda entrega estuvo más cuidado y la presentación, que corrió a cargo de Carolina Mur, llena de encanto y poesía.

 

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