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volandovengo

De Sevilla a Jeréz

De Sevilla a Jeréz Para cerrar el ciclo Flamenco viene del sur con broche dorado, sus organizadores programaron para el último día la actuación estelar de Merche Esmeralda. Todos los aficionados nos sentimos de enhorabuena por esto, porque sería un buen happy end, donde la ortodoxia, la experiencia y la estética de un referente del baile nacional nos brindaría todo su arte en estado puro.

Y en eso estábamos, cuando se empezaron a escuchar ecos de que la bailaora compartiría escenario con Diego El Cigala. Las predicciones se hicieron realidad y, mientras Merche rellenaba una escasa primera parte, el cantaor jerezano fue generoso en su entrega sobre el escenario.

Merche, posiblemente, sabiéndose cabeza de cartel, no le cuadraba abrir ella la velada, pero lo hizo porque su partenaire se rezagaba. Quizás esto fuera la justificación de su frialdad, aunque también fuera que pesaba su edad y la exigencia de seguir ocupando un primer plano, o más bien la lejanía de su cuadro que se mostraba ajeno y a veces sin sentido.

De cualquier forma, quien tuvo retuvo. La belleza de los movimientos y el juego de manos de la sevillana gozan del sabor y la frescura de siempre. En la soleá por bulerías estuvo algo mejor que en la seguiriya, en la que destacó el aire que levantaba su mantón. Faltó tiempo y faltó cocción. Fue visto y no visto. Incluso, resultó precipitado la vuelta a escena entre pieza y pieza, tan sólo con unos breves compases al violín de Juan Pablo Muñoz, donde se adivinaban algunas notas de Granada de Agustín Lara. El cuadro, totalmente correcto pero algo ausente.

Diego El Cigala, que ocupó la prolongada segunda parte, traía un conejo en la chistera y un par de ases en la manga. Para muchos espectadores su actuación fue una sorpresa continua. El gaditano no hizo puro flamenco, sino que retozó, como acostumbra desde su complicidad con Bebo Valdés y sobre todo con Fernando Trueba y Calle 54, que le introdujo al jazz, la bossa nova o el son cubano.

Sonaron bastantes temas de Lágrimas negras y otras piezas del mismo corte, pero con un aire más flamenco –excelente la versión de Dos gardenias–, y algo de Picasso en mis ojos, como el romance o el fandango La paloma, basado en el poema de Alberti. La última sorpresa fue su bis por bulerías. Cuando ya se habían apagado las luces, cuando ya se había ido parte del público, El Cigala, con un desaprovechado Diego del Morao a la guitarra, sacó brillo a la guinda más flamenca de su noche.

Destacaría, sin discusión, los músicos que acompañaban al maestro El Cigala: Yumitus al piano, Yelsi Heredia al contrabajo y Sabú a la percusión. Un extraordinario concierto sin contrariedades si no estuviera anunciado como flamenco y menos para cerrar un ciclo que debería ser pureza y raíz. Esmeralda y el Cigala pusieron el epílogo de este ciclo que programa el Teatro Alhambra en Granada.

2 comentarios

volandovengo -

No habrá Lagrimas Negras II como tal, pero Diego sigue indagando en el bolero y el pasoboble. No creo que deje a su actual grupo y siempre insertará algún tema de este corte en sus trabajos. Por ejemplo en \"Picasso en mis ojos\", un disco de flamenco convencional, los fandangos están tocados con piano y contrabajo. Y en directo no dejará de hacer sus lágrimas oscuras, como hace por las noches en su local madrileño \"Calle 54\".

Hueso -

Lástima no haberlo visto, que tuvo que ser genial.

Por cierto, parece que no habrá Lagrimas Negras II por aquello de los royalties, las celeras y no se qué problemas.

Una pena.