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La mejor savia nueva en Huétor Vega

La mejor savia nueva en Huétor Vega

El sábado 24, día de San Juan, fue una jornada eminentemente flamenca, en la que los aficionados tuvimos que elegir y evaluar. Con suerte, podríamos haber asistido a un par de eventos, pues nada menos que cinco espectáculos se solapaban ese día. Por ejemplo, la II Muestra de Flamenco Joven de Huétor Vega en el bello Carmen de San Rafael, por lo que optó un servidor; el primero de los Trasnoches Flamencos del Festival de Música y Danza, que presentaba a Gema Jiménez en la cueva La Fragua, que hubiera asistido si me hubiera dado lugar; o el baile joven de Lucía Garrido, en la Chumbera.

Por segundo año consecutivo la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Huétor Vega ha convocado esta Muestra para dar a conocer a las figuras más deslumbrantes del flamenco joven de nuestra provincia. Aunque algo mejor que la primera entrega, el sonido era mediocre y el escenario de contrachapado, que afectaba negativamente al taconeo en que se basa el baile elegante de Rocío Montoya. La programación estuvo bien ajustada y el ambiente muy agradable. Un buen sabor de boca es lo que nos quedó después del Festival. En primer lugar actuó el principiante Miguel Barroso, con Vicente Márquez a la guitarra. Destaca de este cantaor de Jun su buen gusto y sentimiento, aunque aún se le ve algo inseguro. Nos cantó una mariana, unas granaínas, una soleá por derecho, unas milongas de Pepe Marchena y terminó por alegrías.

La segunda parte estuvo protagonizada por uno de nuestros mejores exponentes del flamenco actual. Aun con la voz un poco tomada, Juan Pinilla nos ofreció un flamenco de lujo, meciendo el cante, alargando los tercios y alcanzando medio tonos difíciles de escuchar entre los jóvenes. Entró sólo al escenario, para interpretar a pelo unos cantes del campo en forma de temporeras y tonás. Seguidamente, acompañado por el sentimiento hecho guitarra de Luis Mariano, el artista de Huétor Tájar nos ofreció unas malagueñas, de difícil ejecución, rematadas por fandangos de Granada, una farruca de gran sensibilidad (exquisita la guitarra), unos cantes mineros dedicados a Pepe Agudo, Presidente de la Federación de Peñas, allí presente, y con unos fandangos naturales remató su actuación.

El baile de Rocío Montoya y su grupo sirvió para cerrar cada una de las partes. Tras el cante de Barroso, unos jaleos extremeños fueron los encargados de poner el primer toque de color a la velada. Como ya he apuntado, el tablao no sonaba bien y la artista se desconcentraba. De todas formas, el baile es un conjunto, donde el taconeo es algo más. Así, la estética general y el resultado final fueron dignos de admiración. Con su apuesta arriesgada y su baile poco convencional, Rocío convence y deja con ganas. Su segundo, pase tras el cante de Pinilla, fueron unas cantiñas, en las que pudimos apreciar, aparte del baile alegre y sin complejos de Montoya, algunas falsetas de encaje de Rubén Campos. La largura de este palo acabó con una coda en la que Enrique Morente se acordaba de las hermanas de Utrera.

* La foto es de una actuación en La Chumbera

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