Mi canastilla
Una pregunta frecuente cuando yo era niño (hace ya...) era la de "qué vas a ser de mayor". Se daba por sentado que uno llegaría a ser lo que se propusiera. Mi imaginación volaba desde el astronaúta ingrávido hasta el artista de cine, desde el bohemio más radical al viajero solitario, desde un cazador en Alaska hasta un conductor de camiones gigantes. A medida que el niño fue creciendo la pregunta cambió ligeramente por esta otra: "qué te gustaría ser de mayor". Los gustos, aunque seguían muy parecidos, ese gustaría condicional, limitaba un poco las cosas. Ya adolescente, enfrentado a la realidad, la pregunta venía a decir: "qué estás estudiando". Que era como la advertencia de "si eres aplicado podrás aspirar a...". Hoy día, en el mejor de los casos nos preguntamos: "a qué te dedicas" o "qué haces ahora" o, en traducción simultánea, "cuánto ganas", "cuánto tienes". Hemos pasado irremediablemente en unos años de la importancia del ser al único valor de tener.
Yo sigo soñando (así me va). De niño fui construyendo mi canastilla para alzarme en vuelo. Nunca he pretendido que este vuelo fuera alto o espectacular. Sólo he querido alzar los pies y, puede que rasante, planearpara ver el suelo desde lo alto. Decido elevarme del piso inflando pequeños globos, cientos de globos y no uno solo. Un gran globo aerostático da seguridad y competencia, pero miriadas de pequeños espacios de aire caliente da diversidad y riqueza.
No es mi intención concretar. Así que, a vuelapluma sigo con la metáfora. Pero qué difícil es levantarse incluso un palmo cuando hay vientos contrarios. Qué difícil es remontarse cuando hay mas lastre de la cuenta. Qué difícil resulta volar si alguien se dedica a pinchar esos globos, si alguien amarra la canastilla a una estaca clavada en el piso, si alguien te pone la zancadilla, si alguien te corta la cabeza.
Ahora, descabezado, sigo deseando con volar, sigo tiritando en los sueños de Ícaro.
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