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Víznar, rumbo al norte

Víznar, rumbo al norte

Coincidiendo con la Festividad del Rosario de la Aurora y con el aniversario del nefasto asesinato de Federico en sus montes, el pueblo de Víznar celebra su semana cultural con multitud de actos y conciertos. Entre estos, el día 18 (coincidiendo con la noche exacta del fusilamiento), se programa su Festival Flamenco que, con pocos medios, se ha constituido en una cita imprescindible en el calendario flamenco veraniego. Hay que destacar, por otra parte, su perfecta organización y su absoluta gratuidad.

Todos los artistas en uno u otro momento se acuerdan del poeta, a quien tácitamente le dedican su actuación. Entre fragmentos lorquianos, Juan Pinilla abre la noche con unos cantes de trilla. Domina la escena y, tras esta temporera, dirige unas sentidas palabras al respetable en honor a García Lorca y a favor de la libertad. Juan dará muestras se su generosidad haciendo cinco cantes más. Con la guitarra exclusiva de Luis Mariano, bordará unas peteneras, se alzará con fandangos de Frasquito y dará gusto a los más exigentes con unas granaínas, donde el tocaor introduce preciosos arpegios de su cosecha. El joven cantaor de Huétor Tájar, con sus formas añejas, rematará su actuación con una farruca y unos fandangos naturales con una selección de letras harto comprometidas.

Los cantaores Manuel Heredia y Juan Ángel Tirado, dos de nuestros mejores exponentes del cante de ‘atrás’, se pasan ‘alante’ e interpretan a pie de escenario unos martinetes que dan buena prueba de su potencial. Después de las tonás, acompañados por la franqueza del guitarrista de la noche y de la caja de El Cheyenne, harán tangos. Y, para terminar, unas bulerías que ilustra el baile de raíz sacromontana de Jara Heredia. Es el toque de color, de fuerza y de belleza que precisa un festival. Jara, reponiéndose aún de un reciente esguince de tobillo, se entregó a un público totalmente convencido.

Como cabeza de cártel, Marina Heredia puso la guinda esperada en esa noche tan especial. La frialdad con que abordó la soleá, pronto quedó en el recuerdo, y sus cantes de levante, aunque con una pequeña traición de su garganta, fueron fuego y encaje. Los matices y el eco flamenco de esta cantaora son sus reconocidas señas de identidad. Resonancias que por suerte van engrandeciéndose con el tiempo. Sus malagueñas son siempre un plato destacado en su menú, que remata, como siempre, con fandangos del Albaycín. Estos fandangos de Yerbabuena, junto con los tangos con los que acaba su actuación, hacen de Marina Heredia la mejor intérprete los cantes de Granada. Lástima que la soleá de Cobitos o la del Niño de Jun no aparezcan todavía en su repertorio.

Termina la fiesta como se merece, con todos los artistas en el escenario haciendo un poquito por bulerías.

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