Blogia
volandovengo

Las formas de Sergio Gómez

Las formas de Sergio Gómez

Lo he repetido varias veces, la sala de música La Chumbera presenta unos valores indiscutibles. Su programación permanente durante todos los sábados del año, a excepción del verano y la Navidad; sus precios populares; su ubicación; y su espaldarazo a los flamencos jóvenes de Granada, la hace digna de admiración y respeto. Quizá no sea el auditorio perfecto en cuestión de ambiente, de acústica o de luces, pero su labor y garantía están asegurados.

Como es natural, encontramos altibajos en la suma de sus días. Pero también nos llevamos agradables sorpresas, como el día en que bailó Luis de Luis o este mismo sábado pasado con la presencia de Sergio Gómez ‘El Coloraíto’ y su cuadro flamenco.

Sergio tiene buen gusto, siempre lo ha tenido; una voz rica en modulación y armonía; una apuesta que va más allá de lo convencional; un conocimiento profundo de los cantes. Toda esta investigación, que posiblemente le ha llevado toda la vida, puesto que el flamenco lo tienen presente desde que nació, al pertenecer a una de las familias con más arraigo en nuestra ciudad, ha servido para tener unas formas muy personales. Sergio conoce lo que hace y lo adapta a sus facultades. El cante no es una materia rígida a la que abrazar, sino un fluido maleable que se vierte en el molde de los cantaores que conocen sus vueltas.

Así tenemos un lenguaje nuevo para el pellizco de siempre. Como dijera López de Vega, es necesario verted vino añejo en odres nuevos. Tenemos igualmente una propuesta actual, rica en matices y en personalismos. Porque el cantaor granadino se ha sabido rodear de un grupo de músicos que entienden su lenguaje y están a la altura.

Alfredo Mesa nos está dando últimamente bastantes satisfacciones a la guitarra. Su limpieza y su fraseo; su trabajo constante; y su fijeza en los clásicos, son sus signos de referencia. Ana Calí, al baile, es cálida y precisa. Sus pies, tremendamente limpios, hablan como ningunos. Al contrabajo, Joan Massana, da un contrapunto necesario, que no se limita tan sólo a acompañar. José María Petaca, al piano, salpimenta los temas con solos de gran belleza. Y ‘El Moreno’ es de los percusionistas más efectivos y respetuosos de nuestro panorama local.

Unas granaínas ponen claro desde el principio la dulzura y posibilidades del protagonista. La zambra caracolera (La Salvaora) pronto se convierte en zambra sacromontana, ilustrada con poderío y recursos por la bailaora.

Pero, cuando la noche adquiere un carácter especial y único es cuando se aborda la farruca. Un cante que Sergio ha sabido adaptar con perspectiva jazzística y contemporánea. Como resultado escuchamos una balada flamenca moderada y sensual de gran altura.

Las bulerías demuestran el poso flamenco y el compás de este artista. Es un todoterreno que se conoce a la perfección y conoce los caminos que transita. Para terminar, unas alegrías ponen la guinda o una noche sin desperdicio. El baile de Ana Calí es inconmensurable, su entrega radical, su presencia definitiva y su zapateo redondo y efectivo.

* Ana Calí, tomada de su web©.

0 comentarios