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Flamenco desde la orilla

Flamenco desde la orilla

Flamenco en Almería

Almería no es sólo el extremo sureste de la península ibérica, también es, respecto al flamenco, la fragua más orillada. Esta posición le hace en muchos casos pasar desapercibida o engrosar el difuminado grupo de “levante”, viéndose sin duda relegada a un segundo plano. Este “estado de marginación”, denunciado por los mismos artistas, a veces se debe en parte a los propios paisanos que miran más allá de sus fronteras antes de hurgar en su corazón. No obstante, cuando un hijo de esta tierra, levanta la cabeza y eleva el vuelo, cuando lo que toca resplandece en dorado como si se tratara de un nuevo Midas o cuando vindica la existencia, la raíz y la sal del flamenco, sentimos que Almería dice bastante en este mundo y aún le queda mucho por decir.

Almería linda con Murcia, con Jaén y con Granada. Los cantes se diluyen en la esquina. El origen de la taranta se la disputan por un lado Jaén y sus pueblos mineros y por otro Almería, de la que también surgió el taranto, tomando como base los fandangos de la tierra. La taranta era el cante minero que, según la leyenda, entonaban los trabajadores camino de la mina o de regreso a sus hogares, cual enanitos de Blancanieves. La verdad es que, conociendo la dificultad interpretativa de este palo, lo que puede que se cantara fueran algunos fandangos locales.

En cambio, es comúnmente aceptada en la actualidad la distinción de la taranta de Almería y la taranta de Linares, de nacimientos paralelos, en una misma circunstancia de “fiebre” minera. En fin, definitivamente admitimos que estos tres cantes, los fandangos, la taranta y el taranto, son oriundos de Almería, donde han surgido grandes taranteros, que los han asentado adecuadamente y evolucionado hasta la actualidad, como Pedro el Morato, El Ciego de la Playa, el Cabogatero o El Marmolista. Fuera de Almería han hecho grandes estos cantes desde Antonio Chacón, el Cojo de Málaga, la Niña de los Peines o Manuel Torre hasta Fosforito o Camarón.

Ahora bien, de lo que se puede vanagloriar Almería sin ninguna discusión es su aportación al mundo de la guitarra. De Almería surgieron los grandes guitarreros de Andalucía (sin desmerecer a Málaga, Granada y el resto de las provincias que moldean el palosanto). Aunque, según Norberto Torres, “los casos de Antonio de Torres y Gerundino Fernández, de prestigio internacional, aparecen como casos aislados, pero su importancia en la historia de la construcción de guitarra basta para hacer de Almería uno de los primeros lugares en este aspecto”.

Actualmente, figuras como José Fernández Torres “Tomatito” o Niño Josele, recuerdan que también Almería es importante en la guitarra de concierto, siguiendo la tradición del pionero decimonónico Julián Arcas Lacal. Si bien esta ciudad ha carecido de academias o conservatorios para promocionar y enriquecer esta profesión, hasta fechas relativamente cercanas, la tradición autodidacta entre familias gitanas de los populares barrios de Pescadería o de la Chanca, como la de los Torres (o sea, los "Tomates") o la de los "Joseles", emparentadas entre ellas, hacen de esta ciudad, como ya he apuntado, un crisol indiscutible en el arte de las seis cuerdas.

Sin embargo, Almería no ha dado ninguna figura de proyección nacional en el cante ni en el baile, a pesar de gozar de numerosos aficionados y algunos profesionales que difícilmente traspasan sus fronteras. Atiéndase el caso de José Sorroche, de Luis el de la Venta o de los hermanos Gómez.

Actualmente, también tendremos en cuenta a Rocío Segura, Toñi Fernández (y su hermano 'El Titi') y sobre todo a las hermanas Pérez, María José y Montse.

Nuestro corto recorrido

Sobre las ocho de la tarde nos vimos en el centro, en el Jueves Taurino para tomar unas tapas y hablar un poquito sobre el flamenco en Almería. Rocío venía acompañada de su padre. Intercambiamos presentaciones y comenzamos a hablar. Desde un primer momento, nos dijo que ella tenía actuaciones casi todos los fines de semana, así que no tenía oportunidad de disfrutar mucho las ofertas de su tierra.

Sobre las diez nos encaminamos a la peña El Taranto, un antiguo aljibe muy céntrico, donde coincidimos con una actuación de El Polaco. Después de cinco cantes, sin esperar a la segunda parte (era necesario visitar lo más posible), cogimos el coche y nos dirigimos a la peña El Morato, algo más alejada.

Allí, después de un reconstituyente, comenzaron a salir al escenario, animados por el tocaor Antonio Francisco García, el “Niño de las Cuevas”, los propios socios de la peña y algunos profesionales. En un ambiente distendido, la noche se prolongó hasta la madrugada, disfrutando del cante amigo de hasta tres generaciones de peñeros, el mayor casi octogenario; los menores, de tan sólo catorce años, David Caro a la guitarra y Daniel Moreno al cante, nos sorprendieron con su seriedad y su gusto interpretativo.

En El Morato saludamos a Norberto Torres que vino a tomarse una copa, mientras actuaba María José Pérez (1985), otra joven promesa del cante almeriense.

Antonia López, madre de Rocío, también saltó al escenario para convencernos de la belleza de su estilo, que se fundió con el de su hija, que cantaron en solitario y al alimón. Para cerrar la noche, también tuvimos un poquito de baile improvisado de la jovencísima Gloria Martínez.

Con buen sabor de boca nos marchamos, mientras algunos rezagados seguían la fiesta por tangos, pensando que si bien la oferta flamenca en Almería es limitada, su calidad y calidez es propia de encomio.

* Artículo publicado en el número 5 de la revista Acordes de Flamenco (junio de 2007)

** En la foto, la cantaora almeriense Rocío Segura que hizo de guía en nuestra ruta.

Flamenco desde la orilla

Almería a través de los ojos de Rocío Segura

 

Almería no es sólo el extremo sureste de la península ibérica, también es, respecto al flamenco, la fragua más orillada. Esta posición le hace en muchos casos pasar desapercibida o engrosar el difuminado grupo de “levante”, viéndose sin duda relegada a un segundo plano. Este “estado de marginación”, denunciado por los mismos artistas, a veces se debe en parte a los propios paisanos que miran más allá de sus fronteras antes de hurgar su corazón. No obstante, cuando un hijo de esta tierra, levanta la cabeza y eleva el vuelo, cuando lo que toca resplandece en dorado como si se tratara de un nuevo Midas o cuando vindica la existencia, la raíz y la sal del flamenco, sentimos que Almería dice bastante en este mundo y aún le queda mucho por decir.

Almería linda con Murcia, con Jaén y con Granada. Los cantes se diluyen en la esquina. El origen de la taranta se la disputan por un lado Jaén y sus pueblos mineros y por otro Almería, de la que también surgió el taranto, tomando como base los fandangos de la tierra. La taranta era el cante minero que, según la leyenda, entonaban los trabajadores camino de la mina o de regreso a sus hogares, cual enanitos de Blancanieves. La verdad es que, conociendo la dificultad interpretativa de este palo, lo que puede que se cantara fueran algunos fandangos locales.

En cambio, es comúnmente aceptada en la actualidad la distinción de la taranta de Almería y la taranta de Linares, de nacimientos paralelos, en una misma circunstancia de “fiebre” minera. En fin, definitivamente admitimos que estos tres cantes, los fandangos, la taranta y el taranto, son oriundos de Almería, donde han surgido grandes taranteros, que los han asentado adecuadamente y evolucionado hasta la actualidad, como Pedro el Morato, El Ciego de la Playa, el Cabogatero o El Marmolista. Fuera de Almería han hecho grandes estos cantes desde Antonio Chacón, el Cojo de Málaga, la Niña de los Peines o Manuel Torre hasta Fosforito o Camarón.

Ahora bien, de lo que se puede vanagloriar Almería sin ninguna discusión es su aportación al mundo de la guitarra. De Almería surgieron los grandes guitarreros de Andalucía (sin desmerecer a Málaga, Granada y el resto de las provincias que moldean el palosanto). Aunque, según Norberto Torres, “los casos de Antonio de Torres y Gerundino Fernández, de prestigio internacional, aparecen como casos aislados, pero su importancia en la historia de la construcción de guitarra basta para hacer de Almería uno de los primeros lugares en este aspecto”.

Actualmente, figuras como José Fernández Torres “Tomatito” o Niño Josele, recuerdan que también Almería es importante en la guitarra de concierto, siguiendo la tradición del pionero decimonónico Julián Arcas Lacal. Si bien esta ciudad ha carecido de academias o conservatorios para promocionar y enriquecer esta profesión, hasta fechas relativamente cercanas, la tradición autodidacta entre familias gitanas de los populares barrios de Pescadería o de la Chanca, como la de los Torres (o sea, los "Tomates") o la de los "Joseles", emparentadas entre ellas, hacen de esta ciudad, como ya he apuntado, un crisol indiscutible en el arte de las seis cuerdas.

Sin embargo, Almería no ha dado ninguna figura de proyección nacional en el cante ni en el baile, a pesar de gozar de numerosos aficionados y algunos profesionales que difícilmente traspasan sus fronteras. Atiéndase el caso de José Sorroche, de Luis el de la Venta o de los hermanos Gómez.

 

Rocío Segura

Con estos precedentes, nos disponemos a descubrir la ciudad del Indalo a través de los ojos de una cantaora almeriense que, pese a su juventud, refleja voces añejas en su jondo fraseo. Rocío Segura ha grabado algunos discos en colaboración con otros artistas almerienses y en solitario un disco de saetas y una obra esencial a los grandes maestros”, en el año 2003. Un disco arriesgado, considerando que un flamenco tan árido y ortodoxo sólo se vende entre los profesionales y aficionados (nunca necesariamente excluyentes).

“Homenaje” es sobre todo un disco de gran aficionada, una declaración de principios, en donde Rocío pone sus cimientos interpretando cabalmente a la Niña de los Peines, a la Repompa, a Chacón, a Vallejo o al Gallina. Y, cómo no, expone respetuosamente los tarantos de Almería. Podemos decir, de esta manera, que Rocío Segura tiene un eco muy flamenco que nos puede recordar a algunos de los grandes, destacando, no obstante, su personalísima entrega.

El próximo trabajo discográfico, que tiene en pensamiento, quiere que siga la misma línea de flamenco puro que el mencionado, aunque, reconoce, que no es fácil mantener esa apuesta, “en 2006, reconoce, ninguna compañía se arriesga a sacar un disco de raíz”.

María del Rosario Segura López nació el 19 de septiembre de 1979 en el barrio de Pescadería, que es, salvando las distancias, como en Sevilla nacer en Triana o en Cádiz en el barrio de Santa María o en Jerez en la Mercé. En este barrio han nacido el cincuenta por ciento, o tal vez más de los flamencos de Almería. De Pescadería son los guitarristas Tomatito, Paco López o el Negrillo; los cantaores Juan y José Gómez, Carrete o Potito de Almería; y la bailaora María del Mar La Rebota. “De mi tierra, comenta la cantaora, te puedo decir que está llena de rincones con embrujo y mucho arte como mi barrio de Pescadería que es el barrio mas flamenco, de donde han salido los mejores artistas de mi tierra”.

Rocío es hija de la también cantaora Antonia López, al decir de muchos, uno de los mejores exponentes del cante almeriense. Junto a su madre ha cantado desde muy corta edad fandangos y saetas al pie de los pasos de Semana Santa. Desde los doce años está ganando concursos que no es preciso enumerar. Quedémonos con la Lámpara Minera de las Minas de La Unión en el año 2000.

Su puesta de largo, por llamarla de alguna forma, la hizo de la mano de Juan Carmona Habichuela en 1995, en el Auditorio Municipal Maestro Padilla de Almería, dentro de un homenaje a los cantaores Juan y Ramón Gómez. Un espaldarazo definitivo fue en el “Festival Flamenco por Tarantos”, celebrado en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid, donde estuvo acompañada por su paisano Niño Josele.

A Rocío le gustan todos los cantes e intenta interpretarlos todos, aunque se siente muy a gusto en las bulerías, siendo también especiales para ella las seguiriyas, los cantes de su tierra, la soleá…

Su actual proyecto es una gira, junto con Chano Lobato, José Menese, El Polaco y otros artistas, que se presentó en la Feria Mundial del Flamenco, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, el día 17 de noviembre, para recorrer otros centros neurálgicos del flamenco, como son Mairena, Lebrija o Málaga.

 

Flamenco en Almería

La oferta flamenca almeriense es escasa y está focalizada en las dos peñas que existen en la capital y algunos bares de sabor flamenco. No obstante, en un grupo elevado de poblaciones existen una o dos peñas flamencas hasta alcanzar el número de veinticinco, reuniendo entre ellas a poco más de dos mil asociados. Tal es la presencia y afición del flamenco en Almería.

Aparte de la actividad que emana de estos templos esenciales, que funcionan exclusivamente los fines de semana, otra oportunidad de disfrutar de esta pasión, no existe. Así la peña funciona como lugar de encuentro, tablao y centro de aprendizaje.

También, y justo es decirlo, los poderes fácticos de la ciudad, de vez en vez, programan flamenco puntual entre su oferta de ocio. En concreto, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Almería organiza anualmente, a finales del mes de agosto, en la Plaza Vieja (antes se realizaba en la Alcazaba), el Festival de Flamenco de Almería, que este año 2006 celebró su 37ª edición.

Las peñas almerienses son “El Taranto” y “El Morato”. El Taranto es la peña decana en esta ciudad, con más de cuarenta años de antigüedad, y un referente necesario en toda Andalucía. La regularidad, cantidad y calidad de sus actuaciones, hacen de ella un centro cultural y flamenco de primer orden. La Peña mantiene una revista bianual, llamada “Taranto”, que informa sobre sus actividades realizadas y por hacer y se complementa con entrevistas, opiniones, recortes de prensa y otros contenidos que vivifican el quehacer de este colectivo. En el mes de octubre vio la luz el número 58 de dicha publicación. También, anualmente, la Peña entrega el Trofeo Taranto al cantaor que se haya destacado en su actuación durante el año y el Trofeo Taranto al mejor toro de la feria. Este año también se ha establecido el Trofeo al mejor guitarra de acompañamiento, que ha recaído en el tocaor granadino Paco Cortés.

Sin embargo, Rocío Segura prefiere la peña de El Morato donde hay un ambiente más abierto y familiar, en el que se reúnen los aficionados en torno a una mesa tomando una copa de vino (el ambigú de El Taranto, se encuentra bastante retirado del escenario), aunque, como gran aficionada, se arrima al buen cante allá donde se encuentre.

Gran actividad flamenca, como hemos dicho, la podemos encontrar en la provincia, en su mayoría en pueblos cercanos a la capital. Así, el aficionado, siempre encuentra algo de su agrado, por ejemplo, en la Peña Flamenca El Arriero de Viator, El Yunque en Pechina, El Palangres en Roquetas de Mar, El Tato en El Parador, La Caracola y La Torre en Adra o El Ciego de la Playa en Huércal de Almería.

El flamenco almeriense lo podemos complementar con la visita a algunos locales de añejo sabor jondo. Recordemos que la tapa en Almería, que es gratuita, buena y abundante, acompaña indivisiblemente a la bebida. Destaca en primer lugar el café bar Bahía de Palma, cerca del Ayuntamiento, que es de los más antiguos lugares de encuentro de los aficionados al flamenco. Multitud de fotografías del mundo del flamenco y los toros se reflejan en sus paredes. La comida es asequible y se recomienda el bacalao a la vizcaína, la carne de toro o el atún encebollado.

Otro local con encanto, también muy céntrico, es la Peña Jueves Taurino. Su dueño, como el de Bahía, es muy aficionado y está emparentado con la familia de Rocío Segura, la que afirma: “mi tío es muy aficionado, le encanta Enrique Morente, creo que es su fan numero uno”. Siempre se oye flamenco en su bar y las tapas son de impresión.

 

Nuestro corto recorrido

Sobre las ocho de la tarde nos vimos en el centro, en el Jueves Taurino para tomar unas tapas y hablar un poquito sobre el flamenco en Almería. Rocío venía acompañada de su padre. Intercambiamos presentaciones y comenzamos a hablar. Desde un primer momento, nos dijo que ella tenía actuaciones casi todos los fines de semana, así que no tenía oportunidad de disfrutar mucho las ofertas de su tierra.

Sobre las diez nos encaminamos a la peña El Taranto, un antiguo aljibe muy céntrico, donde coincidimos con una actuación de El Polaco. Después de cinco cantes, sin esperar a la segunda parte (era necesario visitar lo más posible), cogimos el coche y nos dirigimos a la peña El Morato, algo más alejada.

Allí, después de un reconstituyente, comenzaron a salir al escenario, animados por el tocaor Antonio Francisco García, el “Niño de las Cuevas”, los propios socios de la peña y algunos profesionales. En un ambiente distendido, la noche se prolongó hasta la madrugada, disfrutando del cante amigo de hasta tres generaciones de peñeros, el mayor casi octogenario; los menores, de tan sólo catorce años, David Caro a la guitarra y Daniel Moreno al cante, nos sorprendieron con su seriedad y su gusto interpretativo.

En El Morato saludamos a Norberto Torres que vino a tomarse una copa, mientras actuaba María José Pérez (1985), otra joven promesa del cante almeriense.

Antonia López, madre de Rocío, también saltó al escenario para convencernos de la belleza de su estilo, que se fundió con el de su hija, que cantaron en solitario y al alimón. Para cerrar la noche, también tuvimos un poquito de baile improvisado de la jovencísima Gloria Martínez.

Con buen sabor de boca nos marchamos, mientras algunos rezagados seguían la fiesta por tangos, pensando que si bien la oferta flamenca en Almería es limitada, su calidad y calidez es propia de encomio.

 

1 comentario

erizo y 1/4 -

Interesante artículo. Es bueno conocer lo que se tiene al lado y más si lo recomienda todo un experto. Garcias, compadre.