La Rocío, el valor de la veteranía
VII Festival de Otoño de Granada 2006
La primera parte de la noche del viernes, penúltima entrega de estos Encuentros Flamencos, creo que sobró. Y más después de haber presenciado el extenso torbellino que se mostró en la segunda parte.
Manuel Palma El Zahareño es un cantaor de oficio que se recrea en los mismos cantes de siempre. Con su voz laina y sus excesivos gorgoritos nos mostró la misma granaína y media que viene haciendo hace por lo menos cinco años, los mismos tientos-tangos y los mismos fandangos de Vallejo y el Carbonero. Sólo nos sorprendió con una soleá de Graná, que es exacta a la grabada por el Niño de Jun y por los Campanilleros de Manuel Torre. De cualquier forma fue un buen recital para su público, apoyado por el dulce toque de Ramón del Paso.
Con un nutrido grupo de artistas, la cueva de La Rocío entró con fuerza. Más que una zambra, que es lo que venía anunciado, o un tablao al uso, que es lo que se espera en su defecto, estos flamencos ofrecieron todo un montaje escénico, coreografiado para la ocasión por Juan Andrés Maya, director espiritual de esta saga. Alfredo Tejada, acompañado él mismo con la guitarra, abrió es espectáculo con la canción “Cómo fue” que ya grabaran los hermanos Lucía en “Poetas en Nueva York”. Alfredo, que puede ser uno de los mejores cantaores de nuestra tierra, se empeña en forzar la voz buscando una potencia y un aguardiente que no tiene ni necesita. Desde la farruca, que sirve para presentar la escena y los personajes, nos acompaña un saxo o una travesera que endulzan o enturbian todo el conjunto. Los tangos son decisivos. Loles del Cerro, gitana de 75 años, los baila y los canta con todo el salero. La apuesta por la veteranía es todo un acierto. El tronco del espectáculo es una larga soleá por bulerías, al golpe, sin guitarra, que las aborda individualmente cada bailaora aportándonos todo su arte. Un baile se imbrica con el siguiente de forma elegante y bella. Así a Vanesa Flores la sustituye Carmen Yolanda y a ésta La Repompa de Málaga. Cada una con su estilo. Cada cual mejor.
Continúan con fandangos del Albaicín y con unas alegrías que retoma Vero La India, una bailaora arrebatada de la misma tierra cuando ésta latía a compás. Otros tangos que ilustra Estela Rubio dan paso a uno de los ases de la velada, el cuplé por bulerías que canta y baila La Repompa madre. Estremecedor. Un apunte por tanguillos sirve para presentar, de la mano de Iván Vargas, a la pequeña estrella de la familia. Alba Heredia es un valor seguro que, con sólo 12 años, desprende “furia” Maya de pies a cabeza. Alba se enfrenta a unas alegrías, su plato fuerte, que baila alternándose en el escenario con todas las bailaoras, incluido Iván, que se asoma a las cantiñas y nos deja con jaleos extremeños. Para finalizar, un villancico por tangos cantado por todos los actuantes, nos desean felices días venideros. Y, como fin de fiestas, unas bulerías que baila el mismo Juan Andrés, creador posiblemente de uno de sus mejores espectáculos.
Con la calidad de la zambra de La Rocío, salvo momentos puntuales, por fin se calienta el Festival.
FOTO: Juan Andrés Maya (Paco Sánchez)
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El gran maquillaje de las zambras y tablaos -