Cuando Mercé canta por derecho
Flamenco viene del sur
Se quiso templar por unas malagueñas de Manuel Torre y de Enrique el Mellizo, alterando sensiblemente el programa. José Mercé domina como pocos el escenario, se siente seguro e intenta trasmitir. Esta decisión, sin embargo, merma su entrega y no logra caldear el ambiente hasta la soleá que aborda en segundo lugar. El compás es su fuerte y la soleá su insignia. Un público frío, más expectante que entregado, anhela el momento de estremecerse con el torrente y el quejío del jerezano, que canta con atril, vaya a ser que la memoria traicione la redondez de las letras.
A su lado, un ajustado Moraíto Chico a la guitarra, no hace sino cumplir siguiendo a pies juntillas al maestro, brindando momentos de efecto, más por costumbre que por inspiración. Como el cantaor, se luce en los palos de su tierra, pero cuando se pierde el soniquete, cojea la estructura.
De las seguiriyas se esperaba algo más. Con los acordes de “Ojos verdes”, Morao le da la entrada a Mercé que, a pesar de haberse allanado el camino con la soleá, no logra cuajar esta tercera entrega. Sin embargo las alegrías que encierran mirabrás son amables. De un gusto especial. La cal y la arena se agradecen no obstante en un cantaor inclinado a la fiesta facilona y al disco comercial. Y es que cuando Mercé canta por derecho no hay más remedio que quitarse el sombrero.
Los fandangos también dejan que desear. Tan sólo correctas son unas verdades que no llegan a convencer. Remata cada fandango de pie, fuera de micrófono, lo que hace que se pierda la coda final, imprescindible para el registro del oyente.
José Mercé tiene su público y a él se debe. Son incondicionales desde que remedaba a Camarón, siendo uno de sus más fervientes continuadores. Hace tiempo ya que despego en solitario, con una carrera definida, con un hacer personal. Sello de identidad que sobre todo infunde en sus bulerías. Como buen jerezano es el rey en este cante de fiesta, que acompaña, como mandan los cánones con unas generosas pataíllas en sus postres. E introduce en ellas inevitablemente alguna letrilla postmoderna, lo que dio en llamar “flamenco del 2000”.
Como regalo, fuera de programa, canta “Al alba” por bulerías, ese éxito que le prestó Luis Eduardo Aute y que grabó en el año 2000, en su trabajo “Aire”. Tema que borda y el público agradece y aplaude su incursión en la canción de autor. Incluso le piden “Te recuerdo Amanda” o “Mammy Blue”. Antes de irse, apunta un segundo bis por bulerías, en el que hace bailar a sus palmeros.
0 comentarios