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volandovengo

Manchas

Manchas

Me acabo de manchar el pantalón desayunando. Una mancha de nada, una gota de café. Lo suficiente para ir manchado. Le he puesto quitamanchas. Ya veremos.

La cuestión es que llevo una semana... Cinco camisetas en tres días. Y es que, cuando digo de mancharme, soy único. Siempre estoy en medio. Siempre salpica o me arrimo o me empujan o se me cae.

Uno se mancha por torpeza, por descuido o por ansia. Yo, modestamente, participo de las tres condiciones en indistinto orden. El manchado, muchas veces, coincide con el bribón. O con el que no se calla, que suele comer para afuera. Y, por su puesto, con Murphy, con la persona torpe de por sí, a esa que le faltan manos y le sobran dedos.

Por otra parte, una mancha es representativa. En España -todos sabemos- hay una región llamada La Mancha (ahora Comunidad compartida con León), de donde era nuestro ilustre hidalgo Don Quijote (aunque esa no es realmente una mancha al uso, un manchurrón, como quien dice).

Cruelmente -recuerdo-, en nuestra juventud, que a un compañero que salía con una chica obesa, lo llamábamos "don Quijote de la más ancha" (pero ésa es otra historia).

Es famosa la mancha de huevo (con la que te dan con el índice en la nariz). También, es auténtico, el borrón y cuenta nueva del paso de los años o las tachaduras que uno se impone cuando decide cambiar de vida, generalmente para mejorar algunas costumbres.

Caín, dicen, tenía una mancha en la frente. Un estigma definitorio que dominaba su conducta. Era malvado por condición. Por la misma razón, algunos lo absuelven. Sobre ese rasgo, sobre ese estigma han hablado Hermann Hesse en su Demian o Manuel Vicent en La balada de Caín (recomendables).

Es la mancha de los elegidos, es el estigma de los dirigentes. Una mancha igual en la frente la tiene Gorbachov.

Carmen Linares canta por bulerías estos versos: Que con la mancha que llevo en la frente / murmura la gente que yo soy pecadora / mientras yo me metía en mi pecho / mientras que en mi pecho / la traición me llora...

Los animales están orgullosos de sus manchas. Los colores manchados enriquecen la gama. La leche me la tomo manchada con el café con que me he manchado los pantalones.

* FOTO: la mancha de Gorbachov.

4 comentarios

volandovengo -

Como todas, casi todas, las entradas las escribo del tirón, primo. Después aparecieron más manchas.

lauzier -

Qué riqueza de manchas, tachones... Me ha gustado esta entrada, primo, rica, muy rica, como escrita del tirón. Abrazos.

volandovengo -

No digo que la mancha sea señal de pecado, tan sólo que es distintiva, de dios o de diablo, interesante en todo caso, como la de tu pecho, estimada Identidade.

Identidade -

Yo tengo muchas manchas! Incluso una en mi pecho. Quizá soy una parienta distante de Caín! Pero no soy pecadora, hombre!