Puro humo
He sido un fumador pasivo toda mi vida y no me ha importado mucho. Quiero decir que, en una escala de valores, el sí o el no al tabaco no anda entre mis condiciones más incipientes. Consciente de que la noche es humo, la sobremesa es humo, las reuniones son humo, los amigos son humo... y a veces los besos son nicotinados, asumo la deuda (insalubre?) y me adhiero al tabaco. Sin embargo, cuando el humo es escaso o no existe se agradece como la pedrea. Por eso la supuesta Ley antitabaco, que entró en vigor a principios de año, me alegró infinitamente, aún sabiendo que su ambigüedad, su cumplimiento y la permisividad de los locales iba a ser descafeinado. La prueba la tenemos en la calle. No se fuma donde antes no se fumaba y poco más. Quien puede elegir, se inclina por la droga conocida que por el abandono por conocer. Incluso, bares y comederos que optaron por la limpieza del aire, han echado marcha atrás, pues la contaminación era prosperidad. De todas maneras, espacios sin humo se encuentran en todas las ciudades, que se pueden contar con los dedos de la mano. Pero, ¡qué alegría nos da encontrarlos y hacer uso de ellos a los que no fumamos! Lo peor de todo es lo que huelen las ropas, el pelo; lo que pican los ojos, la garganta; lo que tosen, lo que toses...
Ahora no quieren que fumemos en el coche. Al notas del anuncio se le cae la ceniza en lo alto y se estrella al sacudírsela (la ceniza) (si no se entendería que perdiera el control de la conducción). Propongo conducir con vaqueros que son más difíciles de quemar, a falta de un traje ignífugo (de amianto mismo, como dicen los Gomaespuma). Es difícil pretender que un fumador no encienda un pitillo en su coche. O en su casa. En determinados estados de USA, la comunidad de vecinos es la que decide si fumar o no en el edificio. Que se queme la casa, pero no por el tabaco, que es dañino (perjudica gravemente la salud).
Cuando la zona de no fumadores está completa en un restaurante, pongamos por caso, no te queda más remedio que compartir mesa entre las chimeneas humanas o cambiar de restaurante. Si ya es tarde, si es domingo o fiesta de guardar, si tienes más hambre que un perro chico, no te queda más remedio que tragar (nunca mejor dicho) y consolarte diciendo que la mayoría fuma rubio o bajo en nicotina que contamina menos y rezar para que haya un buen estractor de humos y que el personal tenga poco tabaco.
Somos un caso. Basta que nos prohiban algo para alimentar nuestra ansia. Siempre se pone el ejemplo de la Ley Seca en EEUU, que fue un desastre (mafia, ruina, alcoholicos más anónimos que nunca). A este paso no creo que legalicen la droga. Se prohibe el tabaco pero no el porro. Te imaginas un fumadero de chocolate, como en Marruecos y otros países orientales. Dónde vamos a parar. Aunque, lo verdaderamente importante no es eso. Qué me importa que no fume quien te atraca por la calle, pongamos por caso. O que no fume la alcaldesa de Marbella. O que no fume George Bush.
Mi padre contaba que a alguien facultativamentre le aconseron que se apartara del tabaco y se compró una pipa larga.
2 comentarios
volandovengo -
Hueso -
Que nos jodan la respiración, vale, pero que lo hagan por derecho... ¿no es un poco fuerte?