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Cuando hay complicidad

Cuando hay complicidad

Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco

Un poco larga resultó la velada del martes en el Corral del Carbón. Y es que Antonio Campos estaba a gusto. Dijo que quería pasárselo bien. Los que sabemos leer entre líneas entendimos que iba a entregarse sin condiciones y que iba a ser lo posible para que el respetable saliera encantado. Y así fue. Tanto, que alargó su actuación unos veinte minutos de más, que fueron muy bienvenidos por los aficionados, si no fuera por la segunda parte, que también ocuparía su tiempo. Y es que los programas dobles, no termino de asimilarlos.

Antonio Campos, como digo, estaba sembrado, a pesar de la poca reacción del público en un comienzo. Se hallaba, como confesó, entre “sota, caballo y rey”. Es decir, a la derecha de Dani Méndez, uno de los guitarristas más creativos y sensibles de la nueva hornada del flamenco; y a la izquierda de Carlos Grilo y Luis Cantarote, una pareja de lujo, que lleva el compás jerezano en las venas. Y eso fue, una noche de compás y entrega, de complicidad y de admiración. Los artistas disfrutaban entre ellos en el escenario y trasmitían esa emoción.

Comenzaron por fiesta, demostrando con creces la habilidad de quien ha nacido “atrás” para este tipo de cantes. Las malagueñas de El Mellizo pronto se abandolaron y terminaron con fandangos del Albaicín. Por Cádiz, Antonio se impuso como un nuevo ortodoxo. Las letras y el tratamiento de las alegrías eran las tradicionales, pero con una adaptación especial. Se rompió en las seguiriyas de Manuel Torre. Para animarse de nuevo cuando los tientos se volvieron tangos que desembocaron en el Monte. Y terminó por bulerías, con las mismas ganas con las que empezó.

Desde Málaga, el baile de Elena Chávez ilustró la segunda parte. Comenzó por tientos-tangos. Su baile es reconcentrado, encorsetado y falto de genio a veces. Pero en su conjunto es redondo y eficaz. Habría que esperar a las seguiriyas y sobre todo a las alegrías finales para justificar su acierto. Entre medias sus músicos rellenaron los espacios de silencio con bulerías, donde destaca “La Repompilla”, como buen reflejo de su antepasada, y su contrapunto en la voz grave de Dalía. Una hermosa zambra, compuesta por Dani Méndez para la bailaora malagueña “La Lupi”, interpretada por Curro de María acentuó sensiblemente esta segunda parte.

Un poquito por bulerías, fuera de programa, donde salieron la susodicha “La Lupi” y dos espontáneas más, remataron una noche, que ya rozaba la madrugada del miércoles.

* Antonio Campos en la foto. 

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