Pellizco en la guitarra y precisión en el baile
Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco
El soniquete de Jerez se impuso la noche del miércoles en el Corral del Carbón. Diego del Morao, quien ha sido guitarrista de La Macanita, José Mercé o Diego Carrasco, fue un continuo lleno de pellizco y de frescura. Todo suena flamenco, suena gitano, y con esa facilidad como quien lo hace sin querer, sin pensar que está en un escenario en frente de casi trescientas personas. Para entrar en concierto, para tantear el ambiente, Diego, hijo de Moraíto Chico, se arranca por rondeñas. Es su palo más intimista, su pieza, si cabe, más relajada. A partir de aquí todo es fiesta. Un trocito de occidente se establece en el escenario. Sus apuestas, la solea, las bulerías, los tangos, están sobradas de compás que jalean como pocos Manuel Salado y El Quini. Una concesión importante de la noche fueron un par de temas acompañados por el piano salvaje de Yumitu. Dos temas de fresca rumbita catalana, donde parecía que Del Morao acompañaba a la pureza de las teclas y no al revés. El segundo de estos cortes, “Tres gardenias para mí”, con un aire de son cubano delicioso.
Como un huracán de fuerza controlada entra, en la segunda parte Edu Lozano y su grupo. Participante en las compañías de Javier Latorre y Eva Yerbabuena, es difícil ver a este cordobés en solitario por estas plazas. De hecho, presentó su primer espectáculo propio, “El instante del sentido”, en el Festival de Jerez de este año. Su baile es seguro y quebrado, con una técnica muy depurada y movimientos precisos. La soleá, las seguiriyas, los tangos, fueron suficientes para convencer a un público, entregado por otra parte, en que estamos ante uno de los grandes. Su zapateado es puro, concentrado, de una sabrosa gama de matices. E, imprescindible para un virtuoso de la danza, un buen cuadro atrás le da la precisa alternativa en cada momento. Las guitarras en su sitio (Manuel de la Luz y Jesús Majuelos), las voces melodiosas y flamencas (Pepe de Pura, Rafael de Utrera y Jeromo Segura), la percusión de Manuel El Pájaro no es un refuerzo del baile sino un complemento. Edu Lozano lo baila todo. No hace intermedios musicales para recuperarse, sino el preludio suficiente para cambiar de indumentaria. Tal es su energía.
Un bailaor muy completo que, si acaso, le falta expresividad en el rostro, o es muy hierático o demasiado serio. También, como impresión personal, diré que el vestuario no me parece el más adecuado para quien innova en libertad y baila con paso firme.
* Edu Lozano en la foto.
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