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María José León, entre la ortodoxia y el riesgo

María José León, entre la ortodoxia y el riesgo

Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco

No es habitual que se baile una seguiriya con bata de cola, como no es normal compartir escena con una segunda bailaora concediéndole casi la misma importancia que la misma protagonista. Desde un comienzo sabíamos que el recital del jueves en el Corral del Carbón era sensiblemente distinto a lo que ya habíamos visto: un trocito del flamenco antiguo arraigado en una familia de Écija, una población alejada del tradicional duende flamenco. Desde un comienzo comprobamos la emoción de Pepe León "El Ecijano", padre de la bailaora, celebrando su participación en estos prestigiosos Encuentros.

Pepe, como flamenco antiguo, iba presentando unos cantes que, por su evidencia, no necesitaban ser aclarados. De todas formas se agradece el detalle. No todo el mundo está familiarizado con los palos del flamenco y, en esta plaza, predominan los foráneos.

María José León abordó las seguiriyas, como digo, con una bata de cola que le imprimió un sabor especial y novedoso. Su baile recuerda a las bailaoras de antes, pero con una gracia y espontaneidad propias. María José aprovecha el escenario y lo llena con el vuelo de su cola y el molinete del mantón, que recoge al final de la pieza. Arriesgada, como digo, aunque con altibajos reconocibles.

Su mejor entrega, sin embargo, será por soleares, donde se ve a una bailaora segura de sí misma, dominadora y cargada de recursos. Una soleá muy lorquiana, en la que Pepe León, el máximo representante del cante en su tierra, interpreta el "Romance de la pena negra", en la que los guitarristas hacen una buena labor de compenetración e incorporan algunos acordes de granaína, rizando un poco más el rizo. La mejor baza de esta bailaora es el braceo, muestra de buena escuela, y su entrega, que demuestra con la tensión del rostro. Sin olvidar el tacón punta donde tiene mucho que decir.

Entre medias de estas dos piezas, el cuadro de atrás hizo tangos, interpretados por Eva Ruiz, y alegrías, de la mano de Pepe León. Tanto una como el otro, escogieron letras demasiado trilladas. Los cantes de Málaga estuvieron a cargo la segunda bailaora, Lucía “La Piñana”, que parece más rígida y estereotipada que su compañera. Para finalizar, un extenso cierre por bulerías, en el que bailaron al alimón las dos artistas, despidió la velada.

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