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volandovengo

Un Festival a la deriva

Un Festival a la deriva

VIII Festival de Otoño de Granada

Encuentros Flamencos 

Granada siempre ha sido una madre difícil para sus hijos. Una madre, por un lado protectora, y por el otro esquiva. Sus hijos a veces nadan contra corriente. El tremendo celo de una y otros hacen que cualquier iniciativa, si no hace agua, sea incierta su flotabilidad. Hace falta el aplauso exterior para convencernos. La cultura así, por desgracia, es más exógena que la que espontáneamente nace intramuros.

El Festival de Otoño de Granada nació en 1999 con unos objetivos muy concretos. Se celebraba en el último mes del año, cuando los circuitos nacionales de flamenco están en barbecho, así cubría un hueco en un tiempo de sequía e, indirectamente, se convertiría en un referente a tener en cuenta en el calendario andaluz de flamenco. Todo esto, no obstante, habría que reforzarlo con unos contenidos de calidad. En segundo lugar, venía a constituir una oferta más dentro del panorama turístico granadino, coincidiendo con el puente de la Inmaculada-Constitución y, más o menos, con la inauguración de la temporada de esquí. En tercer lugar, y no por citarlo lo último es menos importante, acaso más, es la promoción de la cantera flamenca de nuestra tierra, que, a finales de los 90 se vislumbraba como una de las más importantes de Andalucía, y hoy por hoy, junto con Jerez, Granada es la provincia que más tiene que decir con respecto al flamenco. Hay que aprovechar la coyuntura.

Como subtítulo de este festival rezaba “Encuentros Flamencos”, con lo que se pretendía, durante esa semana, dar cita sobre el escenario una pareja de artistas dispares o no tanto, que presentaran al público dos formas de sentir el flamenco o la misma forma desde distintos puntos de vista. A veces era un flamenco local con otro de fuera, a veces era cante y guitarra, a veces dos bailaores. Por el teatro Isabel la Católica han pasado artistas de la talla de Chano Lobato, Chocolate, Calixto Sánchez, José Menese, Manuela Carrasco, Maite Martín, Miguel Poveda, Marina Heredia, Esperanza Fernández, Eva Yerbabuena, Estrella Morente, Gerardo Núñez… cumpliendo de sobra sus objetivos. Hasta que en el año 2005 cambió la organización de estos Encuentros. En el Ayuntamiento mudó el Concejal de Cultura y el Teatro de la Zambra fue sustituido por la productora Flamenkito.com. El Festival fue decayendo en calidad, pero sobre todo en espíritu.

El fin de semana pasado acabaron los encuentros flamencos de este año, en el que ha habido ofertas puntuales a determinados artistas o montajes (tan sólo cuatro). Se ha reducido el número de artistas y actuaciones. Ha desaparecido toda la coherencia. No ha habido organizador realmente. En cambio, se ha dado paso al “yo me lo guiso y yo me lo como”, o se lo comen los granadinos, que se lo tragan todo, que están faltos de flamenco, que son incondicionales.

Se echa de menos un festival flamenco importante, con clase, a la medida de sus artistas, a la medida de sus vecinos. Se echa en falta un encuentro real entre los flamencos, con un perfil claro, para hacer de ese festival un referente distinto y necesario en el panorama nacional. Hace falta que ese festival vaya creciendo en calidad y estilo y no siga este ritmo involutivo. Hace falta, por último, un festival con que nos sintamos orgullosos los granadinos y que respalde objetivamente a los flamencos de la tierra.

¿No hay nadie que pueda coger este testigo? ¿O seguiremos viendo un festival a la deriva hasta naufragar completamente?

5 comentarios

Ellen Birgitte Rasmussen -

!Mucha suerte!!!

volandovengo -

Qué razón tienes, Hellen, somos un poco masoquistas. Unos cuantos estamos luchando para que eso cambie (se hacen esfuerzos), pero basta que algo interno prospere en Granada para que sus días estén contados. Cada año empezamos de cero.

Ellen Birgitte Rasmussen -

Siendo una guiri flamenca que lleva años visitando a Granada, siempre me ha extrañado que Granada tiene un festival de Tango (argentino), un festival de Jazz y más festivales incluyendo el de música y danza - PERO no hay un festival con el título Festival de Flamenco de Granada. Es un verdadero fallo y así sigue el viejo prejuicio de que el flamenco es del famoso triangulo de Sevilla, Jerez y Cadiz. Una cosa es que el poder cultural de Andalucía tiene su sede en Sevilla y tiene su punto de vista desde allí -otra cosa es que Granada no valora su propia riqueza cultural. Si así sigue nunca se cambiaran los prejuicios. Y Granada seguirá siendo un sitio de donde los artistas tienen que salir para triunfar y a donde no vienen muchos extranjeros para aprender el flamenco, por que el sitio sigue sin fama de ser un manantial de creación flamenca.
Muchos saludos flamenkitos de Ellen Birgitte, Copenhague

volandovengo -

La cultura no debería ser una competencia exclusiva de los Ayuntamientos, del poder en general, sino del pueblo. Hay que dejar a quien sepa sobre un tema para que gestione su oferta. Menos medallas, menos llaves, menos palique y más flamenco para todos.

Ya lo decía yo -

Es una verdadera pena. El Ayuntamiento no tiene ningún interés en el flamenco en general y en el local menos aún. No les importa nada, así como suena.
El día de la presencia de responsables de La Unión en La Platería para entrega de "tarjetas" de visita, el día de "yo te digo guapo y tú me lo dices a mí..." (salvo los premiados que eran los auténticos protagonistas) el señor político de turno del Excmo Ayuntamiento, que no era el Alcade (sí estaba el de La Unión) ni era el Concejal de Cultura (sí estaba el de La Unión), que era otro concejal, el que sea, sí aprovechó para decir que el Excmo apoyaba el flamenco y tenía ese compromiso y que seguiría apoyándolo, bla, bla, bla... Así que este es el mejor ejemplo del apoyo del Ayuntamiento al flamenco.
Creo que no merece más comentarios. A propósito se entregó allí mismo una llave, que no del cante, sino de la ciudad de Granada al Alcade de La Unión no sé si para demostrar que apoya el flamenco que hacen otras ciudades, o pueblos. Un pueblo que tiene más categoría flamenca que Granada. De pena.