La grandeza del fútbol
Tras haber comido (poco y mal), después de esperar mucho (incluso, reconociendo su culpa, nos invitaron a las cervezas, a los cafés y al helado del niño), volvimos a una playa que se iba quedando desierta.
A las siete o siete y media de la tarde ya no quedaba nadie. Tres, cuatro sombrillas, además de la nuestra, se desperdigaban por la arena.
Cuando recogimos, el único coche del aparcamiento apiñado de la mañana era el nuestro. Parecía más blanco, más coche, en esa soledad increíble. Nos sentíamos protagonistas de una película de ciencia ficción (ciencia afición, decía alguien).
Al pasar por las hileras de casas de la costa de Nerja, banderas rojigualdas pendían en los balcones como si de un nuevo alzamiento nacional se tratara.
Esto va a ser el fútbol, dije a mi dueña que conducía.
La vuelta fue fluida (nos cruzamos con algunos coches) (aún hay vida).
Cuando arribo a casa, todavía seguía el partido. La transmisión televisiva y los gritos de los aficionados se filtraban por todas las rendijas.
Ganamos. Y yo me alegro. Pero me habría alegrado más la noticia de que el gobierno se había retractado de esas medidas contra la inmigración que, comunitariamente, ha tomado. Por ejemplo.
¿Antipatriota? ¿Porque no me gusta el fútbol? ¿Porque me suena al pan y circo de siempre? ¿Porque me parece enfermizo e indecente el dinero que mueve a fondo perdido, la exaltación social que promueve, la ceguera incoantrolable de los hinchas?
Somos los primeros de Europa, y me siento orgulloso. Pero también podíamos ser los primeros en igualdad, solidaridad, oportunidades, seguridad ciudadana, menor índice de paro, mayor bienestar, etc.
Me cuentan de otro raro que se metió en el cine y era el único de la sala?
2 comentarios
volandovengo -
Lens -
¿Hay que darle más importancia?