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volandovengo

Murciélagas

Murciélagas

Entre el canto de los grillos y una uña de luna blanca apenas esbozada en el cielo, que, conforme oscurecía, iba imponiendo su majestad, cenamos en el chalet con los abuelos. Alguien advirtió entonces un bichito de luz. ¡Una luciérnaga!, exclamó dirigiéndose directamente a mi niño. Juan, siempre cómplice, me cogió de la mano y me guió al trozo de jardín donde brillaba el gusano y, como si lo conociera de toda la vida, me dice: "Mira, papá, una murciélaga".

Por tres veces insistí en que se llamaba luciérnaga. Por tres veces él repitió convencido murciélaga. Así que lo dejé estar. Pero no era una, sino dos, tres, cuatro, que fosforecían verdes o amarillas en la noche.

Las luciérnagas hembras son las que se iluminan, para atraer a los machos, más desarrollados, que vuelan por encima.

Su prima Lucía, unos meses más pequeña que Juan, pero más alta y más rubia, dijo: "Yo he visto tres, dos verdes y una rosa". Esta especie rosada, aunque agudicé la mirada, no la vi. La buscaré la próxima noche y, en caso de que reluzca para mí también, haré sin tardanza algunas fotografías para la posterior rueda de prensa y su publicación en "Naturaleza viva" o en "Ciencia popular", por ejemplo.

1 comentario

n0n0 -

Juan hubiera sido un colaborador de lujo para Linneo, qué bueno es nominando el chaval.