Los aires de Lucía Guarnido
FEX – A mi aire
Clarividente. Clarividente no es un adjetivo que encaje en realidad con una actuación flamenca, lo sé. Pero viene a resumir parte de lo que Lucía Guarnido y su grupo nos mostraron en el teatro de La Chana. Clarividente lo digo por la simpleza y la grandeza del espectáculo. Una bailaora delante mostrando su verdad y cuatro músicos atrás, centrados en el escenario, nada de moderna e inexplicablemente escorados a un lado. Clarividente por el juego de luces que, con la modestia de la iluminación en un teatro de barrio (imprudentemente olvidado), acompañaba a la protagonista con coherencia y sabiduría, sin olvidar al cuadro. Basta de condenar al flamenco a los velos y a la penumbra. Clarividente, por fin, a la sucesión del programa y a la entrega de la granadina.
Para mí, su mejor aporte vino con las seguiriyas con las que comenzó la velada. Su riqueza en cromatismos y la originalidad dramática de algunos momentos, cautivaron sin condiciones. Esto unido a su elegancia innata, al conocimiento y al estudio continuo, nos coloca ante una bailaora a tener muy en cuenta. Lucía ha sabido sacarle partido a su altura. Ha sabido convertir sus inhabituales medidas en una reposada redondez, en la elegancia ya aludida y en una delicada estampa (mostrada en los caracoles, por ejemplo). La inseguridad de un comienzo, en cambio, tensó acaso esta seguiriya enturbiando la naturalidad deseada. En ella, tuvimos instantes sabrosos, como la toná que introdujo Antonio Campos, ya a los postres, o el macho con que remató Juan Ángel Tirado, entre otros.
Los caracoles fueron un ejemplo de montaje esférico y sabroso, que Lucía baila con abanico y bata de cola. Una delicada pieza bien medida y cerrada, que comienzan y terminan luciendo plalmito (porque puede) sentada en una silla. Quizá esa perfección y redondez le resta una frescura que en bailes más libres aparece en abundancia. Frescura que apreciamos, sin discusión, en las bulerías finales. Esta soleá por bulerías presenta a una Guarnido más relajada y dominante. Su cara refleja control y triunfo. Varios minutos de aplausos así se lo confirman.
Entre sus bailes, un grupo inspirado, con Luis Mariano a la guitarra, Antonio y Juan Ángel al cante y Mati Gómez a las palmas, hicieron, en primer lugar, un breve recorrido de abandolaos, desde Ronda hasta Lucena y, de ahí, a Granada; para pasar, en su segunda entrega, a Levante. Un buen cuadro para una buena bailaora.
* Lucía Guarnido en Motril, 2008 (© Nono Guirado).
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