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Excelencias en Maracena

X Festival Flamenco de Maracena

Con un cartel más que decente regresa el Festival de Maracena a su espacio tradicional en el Anfiteatro, después de unos años de reforma. Esto, unido a los diez años que cumple, ha contribuido a la calidad del mismo. De primeras sorprende que sea el baile el que abra la velada, al igual que la segunda parte, cuando siempre tiende a cerrar. Se agradece este detalle rompedor que ambienta desde el comienzo. Patricia Guerrero y su grupo son los encargados de romper el hielo, bailando unas alegrías. Patricia se mueve como pez en el agua, rellena el escenario y cautiva con sus desplantes, a pesar de estar mal iluminada, a pesar del penoso sonido, a pesar de las tablas movedizas.

El Polaco es El Polaco. También tiene problemas de sonido, pero es El Polaco. Además, le acompaña a la guitarra nada menos que Paco Cortés, que suena ronco, pero es Paco Cortés. Soleares, tangos, granaínas, fandangos y bulerías conforman su repertorio festivalero. A pesar de todo, Luis Heredia es un cantaor largo, que puede con todo, que todo lo hace, y así lo demuestra.

Juan Pinilla despliega sus armas. Canta y habla por igual y demuestra su conocimiento, escuela y compromiso. Alfredo Mesa, como Paco, suena demasiado grave, como si la guitarra tuviera seis bordones. Pero, una mirada atenta, advierte los quilates que puede llegar a derrochar. Juan hace cartagenera y levantica para empezar. Sigue con la caña y, después, con un recorrido de abandolaos por toda Andalucía oriental. Por Cádiz, sin remedio, es muy Calixto Sánchez. Y, en los fandangos, se acuerda de Vallejo.

Posiblemente la mejor entrega de José Cervera ‘El Cuchillas’, antes de que comenzara el descanso, sean los tientos-tangos, que abordó con sentido y modulación..

Otro mérito de este Festival ha sido la puntualidad. A las 22,30, como se anunció, estaba dando comienzo, y, de una parte a otra, se cumplieron los veinte minutos prometidos. Patricia vuelve a abrir por levante y tangos. Miguel Barroso, de los ‘Tarantanes’ del Sacromonte, nos deja con la zambra caracolera “La Salvaora”. Estremece con la soleá de Granada, esa pieza apolá que cogimos prestada de Triana. Es chaconiano en la granaína y vuelve a relucir Vallejo en los fandangos.

Julián Estrada pone el punto final a una buena velada. Con el fenómeno de Manuel Silverio a la guitarra, se arranca por malagueñas, que remata con unos correctos fandangos del Albaycín (no todos lo consiguen). De Málaga pasa a Cádiz y de Cádiz a Huelva. Es original en el comienzo de sus temas. Termina con tientos-tangos. Julián tiene su público, que no le dejan marchar sin antes cantarles un poquito por fandangos.

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