Dinero
¿Has visto las tortugas, de esas que venden para cuidar en casa, que crecen conforme aumenta el recipiente que las mantiene?
Las tortugas son seres inadaptados. El tortugario siempre les viene pequeño.
Igualmente, le doy vueltas, el capital nunca llega. El hombre se adapta al dinero que posee para llegar a la conclusión de que siempre es poco. Las necesidades del ser humano siempre superan a las posibilidades de conseguirlas.
Desde luego es más fácil adaptarse a nuevos ingresos que a la disminución de recursos. Quien ha tenido, su carencia puede ser mortal (suicidante). Quien no ha tenido, el éxito se le puede subir a la cabeza (derrochante).
Dinero y felicidad. ¿Dicotomía? ¿Antagonismo? ¿Compenetración?
Aristóteles, filosofó de mal carácter pero con ideas económicas, declara que no puede confundirse la moneda con la riqueza, porque, si bien el dinero es riqueza, no toda la riqueza es dinero.
El dinero no da la felicidad, pero ayuda mucho.
Quien tiene dinero -digo dinero- lo puede relegar a un segundo plano. Su búsqueda y oportunidad ya no es económica. Piensa en poder, en honor, en amores, en reconocimiento social, en prestigio.
La salud es importante. Quizá lo más importante. ("La salud y la libertad", que dirían los flamencos.) Pero el dinero ayuda mucho. La sanidad pública está bien. La gratuidad de la S.S. (Seguridad Social y no el corpúsculo tudesco del miedo). Pero, cuando hay dinero, "qué descansada vida".
Ahora, con la crisis, el dinero es un fetiche que brilla por su ausencia.
Cuando la miseria entra por la puerta, el amor, la salud, la libertad y la vida, saltan por la ventana.
El dinero sustituyó al trueque. Y, ahora, el único trueque posible es la bolsa o la vida, el dinero o la dignidad, el amor o la miseria.
Repito las palabras de Mario Moreno: "Yo no estoy en contra de que haya ricos, yo estoy en contra de que haya pobres".
Ayer, hoy y siempre, poderoso caballero...
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