Acerca de la buena suerte
Estamos en crisis. Sigo heredando ropa de mis hermanos. De los mayores y de los más pequeños que yo. Chaquetas que ya no usan, saquitos (qué granaíno) que se le han quedado estrechos, camisas pasadas de moda…
Una camisa que me llegó no hace mucho, no sólo me gusta sino que trae suerte cuando me la pongo. Si es que existe. Si es que se cruza en mi camino.
Muchas veces he definido a la Suerte como una señora entrada en carnes que nunca me mira a la cara.
Savater en su libro La hermandad de la buena suerte, viene a decir que la suerte no existe como tal, hay que buscarla.
Alex Rovira y Fernando Trías tienen un libro, La buena suerte, en el que también afirman que la buena suerte no existe, si acaso la suerte a secas, tú eres la causa de tu buena suerte. Aunque posiblemente sí exista la mala suerte. (Llegué a Rovira por una entrevista en CNN sobre otro libro, La buena crisis, que me pareció muy interesante. Después de haberlo leído, me defraudó.)
En algún momento de mi adolescencia portaba un colgante al cuello, un ladrillito con un cordón de cuero, al que llamaba mi amuleto de mala suerte, cuando necesitaba algo de suerte simplemente me lo quitaba.
La vida pasa. Hay momentos buenos, los menos, y momentos malos; pero, por suerte, lo malo se olvida y lo bueno permanece. Es lo que nos mantiene vivos. Tendemos a romantizar nuestro pasado. Flexibilizamos nuestra vida y las aristas las dejamos romas. Llega un momento en que nos reímos de nuestros límites, hacemos humorada de nuestros tropiezos y blanqueamos nuestros marrones.
La suerte tiene tres patas, como cualquier hijo de vecino. Tonto es buscarle la cuarta. Como tonto es buscar el trébol de cuatro hojas, cuando el mismo concepto encierra su inexistencia. Trébol viene de tres, como triciclo, tricornio o trifásico. Si buscáramos un cuaebol tendría su lógica. Pero si queremos tener fortuna, al menos en la búsqueda, intentemos hallar cuaéboles de tres hojas.
Después está la teoría los terrones de azúcar (pero ésa es otra historia).
4 comentarios
volandovengo -
DAVID MONTOYA -
volandovengo -
Rigoletto -
Un abrazo,
Rigoletto