Blogia
volandovengo

Seis cuerdas desde Córdoba

Seis cuerdas desde Córdoba

Festival de la Guitarra

Bueno, bueno. Esto es no parar. El flamenco en Granada es un sembrado de champiñones. Si no, miren el calendario que se orilla en mi blog. Desde el jueves, que empezó el tercer Festival de la Guitarra de Granada, se han ido solapando las actividades (hablo nada más que de flamenco) hasta plantear un verdadero conflicto. A dónde acudir. Interesante es todo.

Creo que le achacan a Sócrates la frase aquella de: “Me preguntas si debes o no casarte, y yo te digo que hagas lo que hagas te arrepentirás”. La cuestión es esa. Cómo presentarse en un recital cuando coincide con dos o tres de igual valía. Me he convertido en un nómada, en un peregrino que ansía impregnarse del espíritu de su destino.

Del Festival de la Guitarra, que decidí cubrirlo en su totalidad (por su interés, por su trabajo, por su entrega), sólo participé en el pregón del primer día (bajé a escuchar a Juan Habichuela nieto, demostrando su poderío sin par, en la sala Sugarpop), (también me asomé a Planta Baja para alucinar con el directo de lo Big Boss Man, ya fuera del flamenco) y la ponencia y recital del segundo. Así que me limitaré a éste.

Desde Fernán Núñez de Córdoba nos viene el joven guitarrista Juan Marín ‘El Juani’, acompañado de un saxofón. De primeras suena raro. Un saxo en el flamenco no es el instrumento más apropiado. Hemos visto cómo entraba el cajón por la puerta grande y la adopción del piano y las bondades del violín y la incursión de la travesera y el contrapunto del bajo… Pero un saxo.

Resulta, sin embargo, que Ramón Montoya, el creador de la guitarra flamenca de concierto, en los años 30 ya había grabado con el saxofonista Fernando Vilches. No en vano, éstos son un referente de la pareja cordobesa, que adoptarán alguno de sus temas.

El Juani comienza en solitario con una malagueña y después con una guajira. Es limpio y comprensible, directo y redondo., primero con la caja y luego con el saxo, le acompañará en el zapateado y en los fandangos de Huelva, que son del maestro Montoya. El saxo simula la voz del cantaor. A veces puede parecer un karaoke en el que el espectador recuerda la letra indicada.

La segunda parte comienza con un solo de guitarra interpretando tarantas. La media granaína incorpora el viento. Las alegrías, con Juan Diego, fueron muy de Cádiz, muy de chirigota y verbena. En las bulerías, con las que terminó el recital, el saxo soprano entonó con gran fidelidad Alfileres de colores de Diego Carrasco.

0 comentarios