La copa de champaña
El otro día comimos con cava. No celebramos nada, simplemente había pescado y una botella burbujeante, sobreviviente de la Navidad, nos miraba desde el refrigerador.
Las copas que usamos eran estilizadas, de las que llaman aflautadas, como debe ser, para conservar al máximo las burbujas del champaña.
Un mito griego, quizá apócrifo, pero bello y sensual, cuenta que la copa de champaña, con forma de cáliz, fue moldeada sobre los senos de Helena de Troya.
Siglos después, la duda es más grande si cabe. María Antonieta, Reina de Francia, esposa de Luis XVI, quiso crear una nueva copa de champaña moldeada sobre su propio seno, cambiando la forma tradicional de las altas y estrechas por las bajas y abiertas. Se ve que María Antonieta estaba mejor dotada que la reina de Esparta.
Sin embargo Joan Perucho (1920-2003), investigador gastronómico y buen comensal, retrotrae la historia a una época anterior.
El legislador catalán expone: «Siempre se ha recomendado por las autoridades más prestigiosas beber champaña en copas en forma de cáliz o tulipa, o en lo que los franceses llaman flute. La moda de beber champaña en la copa ancha y abombada la lanzó Luis XV, bastante perversamente. Cuenta Piero Accolti en su Viaggio attraverso i vini di Francia, que Luis XV, llevado por su pasión amorosa, usaba para el champaña copas hechas con el calco "del seno della sua bella amica, la Marchesa di Pompadour"».
Hay incluso quien insiste que este molde lo halló Napoleón inspirado en las tetas de Josefina. Hay más pechos que colores
Lo que sí es cierto es que estas copas semiesféricas, tan populares en nuestras celebraciones, con las que se suele hacer una cascada embutiendo una copa en el interior de otra, haciéndola más alta e inestable cuanto más hayamos bebido, no son aptas para ente tipo de caldos, pues se le escapan las burbujas mas rápidamente.
Jules Barbey d’Aurevilly (1808-1889), en un cuento de Las diabólicas, se quejaba así de este cambio: "Y alzó su copa de champaña, que no era la copa estúpida y pagana por la que la han sustituido, sino el vaso alargado y esbelto de nuestros antepasados, que es la auténtica copa de champaña, la que llaman flauta, quizá a causa de las celestes melodías que derrama en nuestro corazón."
Aparte de esto, cualquier otro intento de continente para el licor de oro está de más. El plástico es aberrante.
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