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Sevilla y Córdoba se imponen

Sevilla y Córdoba se imponen

XII Muestra Andaluza de Flamenco

Los Veranos del Corral

Desde Sevilla llega Alicia Gil, una cantaora con presencia y fuerza, con profundidad y vanguardia, para dejarnos un poquito de su buen hacer. Con dos discos en el mercado, es una cantaora versátil, llena de recuerdos y de guiños contemporáneos. A la guitarra, su compañero Lito Espinosa, le resta eficacia, salvado posiblemente en las alegrías.

Unos martinetes clásicos sirven, a modo de presentación, para romper el hielo. Desde un principio se aprecia su conocimiento y respeto. Los tientos, con un aguardiente agradable, acaban por tangos que se quedan en occidente. ¿Es casual o a conciencia que reivindique continuamente sus orígenes hispalenses?

Sus temas son excesivamente largos y no tan ricos como para que los hubiera limitado y haber expuesto algunos palos añadidos que, según su tesitura, también domina. Esto se aprecia en la soleá que viaja despaciosamente de Alcalá a Triana.

Las alegrías tienen sal suficiente para convencer y las bulerías, con las que acaba su recital, las aborda en pie, como mandan los cánones, para ofrecer su braceo. Pronto  abandona el micrófono y remata la fiesta en la boca del escenario por cuplé, no sin antes acordarse hasta tres veces de nuestra Marina.

Desde Córdoba, por su parte, viene Daniel Navarro, verdadero maestro del gusto y el compás. Dani, en 2005, obtuvo el Desplante en La Unión y desde entonces no ha dejado de crecer. Y así lo demuestra en cada una de sus apariciones. Siendo un bailaor de bastante altura domina su cuerpo como pocos, redondea su figura y se integra en el espacio.

Las tonás van marcadas por la percusión exacta de José Carrasco, que se hace baterista para la ocasión y dimensiona el ritmo con escobillas de jazz, que se contrapone al zapateo del cordobés con el que siempre está diciendo algo. Porque es un bailaor que comulga con su público, que rellena la escena y que le va tanto la música como el silencio. El cante primitivo pronto deriva en seguiriyas, verdadera puesta de largo del bailaor, y en bulerías en las que se impuso el dominio de Juan Requena a la guitarra. Su toque es preciso y muy creativo; lleno de compás y naturalidad. Incluso una cuerda que le saltó pudo demostrar la personalidad tanto del tocaor como del bailaor que, entre improvisación y tablas, superó una prueba de fuego que a otro hubiera desarmado.

Los cantaores, José Carmona y Delia de Málaga, también estuvieron en su puesto, configurando el cuadro necesario para que un bailaor se despreocupe de lo que no es su entrega personal.

Los cantes de Málaga precedieron a la soleá con que terminó de convencer con una larga coda de tacón punta rebosante de pellizco. Dani sudó la camiseta (nunca mejor dicho). Estaba a gusto y lo demostró. Su retribución fue definitiva, convirtiéndose en un referente imprescindible en el baile actual.

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