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Ogíjares al pie del cañón

Ogíjares al pie del cañón

XXXI  Festival flamenco de los Ogíjares

Difícil de superar el cartel del pasado año para la celebración del treinta aniversario con la presencia de Maite Martín, Marina Heredia o Arcángel, este año de crisis ha tenido sus buenos momentos sin embargo.

Manuel Curao, prestigioso presentador donde los haya, anunció en primer lugar que lamentablemente José Menese, como cabeza de cartel y eficaz reclamo, por alguna dolencia de última hora no podría asistir. La desilusión duró breves segundos, pues Manuel Moreno ‘El Pele’, para muchos el mejor cantaor en la actualidad, lo sustituiría en la escena.

La noche comenzó con retraso, lo que es habitual, y terminó pasadas las cuatro de la madrugada, lo que va suponiendo una costumbre obsoleta, digna de abolir en los festivales. Los tiempos han cambiado y el maratón de flamenco ya no tiene razón de ser por la oferta variada y continua. Ya no hay que esperarse a estas fiestas para disfrutar hasta el límite de unos cantaores que no vas a tener otra oportunidad de verlos.

Sin gloria pasaron los dos primeros participantes de la velada. Hay que reconocer que Miguel de Tena tiene una potente voz y un meridiano triunfo festivalero. Y que Gema Jiménez posee un bello timbre y una fiel modulación (los dos Lámpara Minera en La Unión), pero ninguno de los dos estuvo a la altura y sus facultades se dispersaron en un vocerío sin fundamento. Destacaremos no obstante los tangos de Miguel y a Gema por levante.

El Pele, dominando la escena desde un primer momento, es grande en la soleá y en las seguiriyas y por fiesta, aunque se extraviara en las alegrías. Tenía algo que decir y lo dijo. Sin embargo quiso acercarse a otros cantaores (hasta en la respiración) lo que limitó su entrega personal.

Isa Vega con su cuadro abrió la segunda parte. Y vaya si la abrió. Estuvo bailando por soleá más de veinte minutos con su natural brío bien definido. Su baile está hecho de retazos que a veces encajan. Sus finales son repetitivos, aunque su voluntad fuerte. Para colmo el tablao sonaba a lata. Flaco favor para el taconeo.

Antonio Reyes de Chiclana, como Rancapino, sorprendió por su buen gusto. Muy acamaronado en sus formas pero cantando por derecho, quizá con un tempo demasiado pausado (imperdonable en las alegrías). Arropado como nadie con la guitarra de Diego Amaya, estuvo especialmente iluminado en la seguiriya.

Julián Estrada cierra la noche con su voz laína y con Manuel Silverio a la guitarra, experimentando más que nunca (hasta olvidar el compás). Su comienzo por trilleras fue agradecido, como gratificado fue su regalo por granadinas.

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