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David Carmona por derecho

David Carmona por derecho

XVI Bienal de Flamenco de Sevilla

Un artista de Granada tiene un doble trabajo: primero valer y después demostrar su valía. Y ese talento pasa por “conquistar” varias plazas. Son importantes Barcelona y Madrid, que está considerada en esto del flamenco como la novena capital andaluza. Pero sobre todo por el sur hay que sentar los reales en Jerez y Sevilla, sin olvidar el resto de ciudades de nuestra autonomía.

David Carmona lleva una evolución bastante coherente. Desde que lo tomó Manolo Sanlúcar bajo su ala en 2005, entendió que la guitarra va más allá del mero instrumento, que es necesaria una formación musical compacta y una cabeza bien amueblada para abrirse un espacio en este mundo.

Como resultado, el jueves, 16 de septiembre, presentó en la Bienal de Sevilla un recital con un peso específico digno de admirar en un chico que da sus primeros pasos como concertista en solitario. Su madurez artística unida a su humildad como persona llenaron el Teatro Alameda de una gran verdad, además de una esperanza seria de futuro.

Las horas de ensayo y el minucioso afán de perfeccionismo tuvieron su recompensa que hubiera sido más efectiva si todas las localidades hubieran estado cubiertas, si un mayor número de flamencos y de entendidos y de críticos se encontraran entre el público, diluidos por dudosa lógica de las variadas ofertas de la Bienal, supongo.

Algunos guitarristas granadinos (Miguel Ángel Cortés, Alfredo Mesa, Jorge ‘El Pisao’), en cambio, sí asistieron al estreno para apoyar a su paisano y reconocer su prestigio.

Como buen director de orquesta, gobernaba un grupo que se movía a expensas de su guitarra. Carmen Molina al cante, con su dulce voz, afinada y flamenca, tuvo que hacer encajes de bolillos para cuadrar las necesidades de David (las letras son del mismo Carmona). Oscar, con su segunda guitarra, extendía como en un eco necesario las propuestas rítmicas del concierto, Agustín Diassera y Miguel ‘Cheyenne’, los dos percusionistas, ofrecían un contrapunto tan moderado como eficaz en los momentos deseados.

Una taranta en solitario, como plato fuerte en los inicios con Sanlúcar, abre el recital. El frío de un comienzo se torna calidez cuando sus notas rellenan el teatro. Para la soleá llama a la cantaora y ambos se apoyan en la percusión cuando abordan la bulería llamada Motivo impertinente por la repetición insistente de unos acordes que emparentan la pieza con un breve ostinato clásico o un son cubano.

Las alegrías son también exclusivas en su dimensión sonora y la letra original y conseguida, aunque Carmen dudara en las entradas. Por fiesta continua su puesta en escena con unas bulerías desarrolladas en el sistema ‘mixolidio’, basado en la escala mixolidia griega, que Manolo emplea por ejemplo en su disco Locura de brisa y trino.

Los tangos, compuestos con estas mismas notas helénicas, ofrecen una visión completamente distinta a los convencionalismos existentes en toda la geografía tanguera.

Unos fandangos de Huelva, fuera de programa, vuelve a trasladarnos a las alas del más puro flamenco, que se remata sin lugar a dudas con una soleá por bulerías para baile, que aborda sin fisuras la bailaora Patricia Guerrero como artista invitada, más madura y sólida que nunca.

* Programa de mano (autor de la foto: Nono Guirado©).

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