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volandovengo

Manuel de Falla se reencuentra con el flamenco

Manuel de Falla se reencuentra con el flamenco

Concierto extraordinario

Reapertura del Manuel de Falla

Lamentablemente, lo más llamativo de la actuación de Estrella Morente y la OCG, en la reapertura del Manuel de Falla, el último día de septiembre, fueron los imperdonables crujidos de los altavoces, que limitaron manifiestamente la entrega de la artista.

En una inversión de más de cuatro millones de euros para la remodelación del Auditorio (acústica, asientos, cubierta, entrada, taquillas…), que falle algo tan simple como la megafonía es incomprensible. No lo he llegado a comprobar, pero debía ser la conexión de un cable en el micro o en uno de los altavoces. Cuando la cantaora subía, un craqueo tapaba su voz, así que, con tiento, se ofreció de una manera un tanto menguada. Lo suyo hubiera sido cantar a pelo, pero la orquesta se habría comido la canción. Las Siete canciones populares y El amor brujo, escritas por Manuel de Falla para una mezzosoprano, aunque Estrella tiene facultades, cualquier voz hubiera quedado reducida.

Juanjo Mena, director invitado, responsable de la BBC Philarmonic Orchestra, fue un ejemplo de dinamismo y perfección. La delicadeza milimétrica de su buen hacer fue ampliamente reconocida, no sólo por el público, sino sobre todo por los impecables resultados.

La noche comenzó con el Interludio y la Danza de La vida breve, una promesa de eternidad. Pero al abordar, ya con la artista granadina, una selección de las Siete canciones populares (El paño Moruno, Asturiana, Nana y Polo), el accidente aludido restó brillo a la obra. Estrella, una flamenca con tablas, superó no obstante el escollo con valentía. Dio lo mejor que pudo y fue agradecida su tesitura, sobre todo en la nana, pero el desajusté le afectó visiblemente.

Tras el interludio, donde Enrique Morente, presente con toda su familia, indignado con razón fue a quejarse, un micrófono de pie vino a sustituir al de cabeza.

La Suite Número 2 de El sombrero de tres picos superó el sobresaliente, para recibir nuevamente a la solista en El amor brujo, una tácita prueba de fuego para toda cantaora, por la que han pasado Rocío Jurado, Carmen Linares o Esperanza Fernández.

Un breve chispazo al principio anunciaba lo peor, pero no se volvió a repetir. Estrella, con un vestido rojo fuego con mucho vuelo, fue cogiendo confianza hasta llegar a dominar absolutamente. El segundo movimiento de este ballet fue poco menos que apoteósico. La cantaora encontró su sitio y se entregó como sabe. Para mí sobró el baile que protagonizó Estrella en los momentos musicales, a toda vista improvisado. El paseo alrededor de la orquesta, el movimiento del vestido y sobre todo el zapateado estuvieron de más. Elegante hubiera sido el sólo braceo o la simple pose en que la granadina arrebata.

Ante los aplausos continuados, fuera de programa ofreció un bis a capela, esta vez sin megafonía, lo que se terminó agradeciendo. Se trataba de las dos primeras estrofas de la Habanera Imposible de Carlos Cano. Lo que terminó de dejar un buen sabor de boca y la conciencia de que “Granada es como una rosa…”.

2 comentarios

volandovengo -

Tienes razón, Raúl. Es la vieja historia de las envidias, las rencillas y el chavico. Seguimos pensando que "más vale honra sin barcos...".

Raúl -

Parece mentira como se ningunea a los profesionales en Granada. Para eventos de este rango, que nos retratan a todos, se atreven a llamar para la técnica a cualquiera, y no llaman a los mejores. En Granada tenemos técnicos de sonido muy buenos, es obligación de quienes gestionan estos programas conocerlos y valorarlos. Una pena que en esta ciudad no se reconozca el valor profesional de los mejores.