Fiesta del Diente de Oro
Llevamos unos días de vértigo. Las actividades se acumulan y las ganas de ser ubicuo nunca han sido tan fuertes.
El jueves 18, en especial, la jornada estuvo cargadita. Tenía invitación para asistir al teatro, a inauguración de exposiciones, a presentaciones de libros, a conferencias o a recitales de flamenco y otras músicas (entre ellas la grabación de un disco para meditar).
Entonces me hice burro, me coloqué mis anteojeras y me obcequé con la Fiesta de inauguración de la temporada del Diente de Oro, entre otras cosas, porque había participado activamente en su organización.
El Diente de Oro es una asociación que trata de salvaguardar la memoria de Javier Egea (poeta granadino autodesaparecido trágicamente en 1999) y que, además de convocar un premio anual con su nombre a escala mundial, realiza varias actividades durante todo el año en torno a la poesía y la creación.
En primer lugar se habló de quienes somos, lo que hemos hecho y lo que haremos. A lo largo del año publicaremos unas plaquettes de poesía en papel reciclado y encuadernados con cartones de la calle (totalmente artesanos). El curso pasado ya empezamos con esta iniciativa underground, que sustituyó a las “Vitolas” (libritos de poesía que llegaron al número 100).
También tenemos presencia en la Feria del Libro, en el FEX, en la red y en otras manifestaciones populares. Y, llevamos dos años, celebrando un arriesgado partido de fútbito entre narradores y poetas.
Durante la fiesta sorteamos un lote de libros (la mayoría escritos o publicados por los mismos miembros de la asociación) y un viaje de relax para dos personas que, curiosamente, le tocó a los mismos.
Cómo no, tuvo lugar la lectura pública de poemas y otros textos y un poquito de flamenco.
Alicia Morales, al cante, y Josele de la Rosa, a la guitarra, quisieron contribuir desinteresadamente a la consecución de ese día festivo en el Entresuelo. Para entonces, los invitados estaban desperdigados por el local y la mayoría tomó el concierto como sonido de fondo pues se oía por los altavoces como si fuese un disco.
La voz clara de Alicia propuso unas granaínas en primer lugar. Canastera donde las haya, dominó este palo dificultoso, arropada por el toque limpio y flamenco de Josele. El tocaor, con una guitarra con salida directa por clavija y mandos individuales, estuvo en su salsa y fue creciendo en su toque.
Tras esto llegó la fiesta con sabrosas alegrías, una rumba muy profesional y unas bulerías cargadas de una improvisación y frescura que no nos queda más que agradecer.
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Fabio -