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Ocurrencias olvidadas

Ocurrencias olvidadas

Cuando se juntan dos antiguos amigos se habla más del pasado que del presente. La otra tarde, tomando una cerveza con CS y rememorando momentos de antaño, me habló de M. Por muchos datos que me dio, no lograba recordarlo. Es de las personas conocidas que han pasado por mi vida sin dejar huella de ninguna clase. Que si no llega a ser por un nuevo encuentro o mención (como en este caso), es como si no hubieran existido.

Una de las referencias que me dio CS del amigo común, me revolvió la memoria, sin llegar a reconocerlo apenas como una nebulosa en las entretelas del olvido. Según yo, me comentó, M. era el hombre más puntual del mundo, siempre llegaba exactamente media hora tarde.

Reconocí la ocurrencia como mía, con toda probabilidad, pero si la hubiera leído dudaría de ella como autor. Así, no me extraña que cite algo que yo dijera, pensara o escribiera, diciendo que “alguien dijo…” o que “leí en no sé dónde…”.

A raíz de esto, recuerdo otra anécdota. IV me dijo que nunca olvidaría cuando en la evaluación de un curso que yo dirigía saqué un papelito menudo, la octava parte de una octavilla, escrito por una cara. Todos pensaban que mi reflexión iba a ser breve e incompleta. Después de llevar media hora hablando, el director general me preguntó si todo lo que estaba diciendo lo tenía apuntado en el papelito. Le dije que no, pero que sabía leer entre líneas.

Hasta que mi amiga no me contó este episodio era inexistente. No me acordaba de él para nada. Incluso, después de haberlo escuchado, tardé en asimilarlo como mío.

A veces saben de ti las personas que te rodean cosas que desconoces. Haremos caso al comentario ese de que una cosa es cómo crees que eres y otra cómo los demás creen que eres. Y, para ser más exactos (o enrevesar más la cosa), cómo crees que los demás creen que eres o como los demás piensan que tú te crees o cómo eres en realidad…

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