Me encantan los finales de los cuentos de Chéjov
Me encantan los finales de los cuentos de Chéjov. El cuento no acaba con un the end definitivo, sino con un pensamiento suave, como con un punto y aparte que deja abierto todo el texto, como si el relato pudiera extenderse por cualquiera de sus esquinas. De hecho alguno de sus cuentos continúa en otro distinto, que funciona con autonomía plena, pues son narraciones impares, pero es como si fueran dos capítulos consecutivos de la misma novela, que vuelven a acabar de forma intrascendente para no cerrar el libro; dejarlo en cambio abierto entre las manos y atender el inmenso horizonte de ese final.
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