50 años
Fernando Savater, en Tirar de la cuerda, un libro de ‘aforismos’ que Andrés Neuman se dedicó a compilar entresacando los subrayados, según cuenta, de una decena de libros del filósofo, que hace poco publicó la editorial Cuadernos del Vigía, nos dice que La estricta cronología no es menos arbitraria que el orden alfabético.
Hoy cumplo 50 años (me he resistido a ponerlo en letra, pero creo que una cifra tan redonda es más evidente poniéndola en número). Es decir, nací tal día como hoy de 1962. La hora no la sé, aunque quise averiguarlo en más de una ocasión. Mi madre dice que nací de noche. Todos mis hermanos nacieron de noche. Pero la noche en mi madre era bien relativa; se asociaba con la oscuridad, con la cama o con el sueño.
Medio siglo, que se dice pronto. Medio siglo sobreviviendo entre amores, desamores, amigos y detractores. Aunque, como dice Savater, la edad es un convencionalismo, es una forma (otra más) de estructurar las cosas. Los animales no saben la edad que tienen (no le temen a la muerte, según el filósofo vasco, porque no son conscientes de ella).
Después existen otros tópicos, que suelen rayar en bobería, como decir que la edad se lleva por dentro o que tienes la edad que sientes. Tenemos la edad que tenemos, mejor llevada o peor llevada, que traducido quiere decir, habiendo tenido mejor o peor suerte. Porque el albur, según los neodarwinistas, es un elemento imprescindible en la sobrevivencia de las especies, o sea, en la consecución de la vida.
Como tal convencionalismo, no tiene importancia (aunque menos la tiene el día de nuestro santo: casualmente nos llamamos de una forma que casualmente coincide con un señor que nació o murió ese día que casualmente la ‘Iglesia’ ha dado por subirlo al calendario…). Aunque la verdad llevo un año cumpliendo cincuenta. Los que no tuve, nunca los he tenido, los cuarenta y nueve (posiblemente ni los treinta y nueve, ni los veintinueve). Llevo un año diciendo que cumplo cincuenta y que no me lo creo. Entendedme, me lo creo porque los tengo, pero no soy consciente de mi edad, nunca lo he sido.
Quizá mi año natural ocupe unos meses de añadidura. Me debe costar más ir creciendo. Cada cual debería llevar su ritmo (recuerdo ahora que Silvia nació un veintinueve de febrero que, si se atañe a la letra, es decir, al número, cumpliría cada cuatro años).
Le pregunté a mi niño qué me iba a regalar. Me dijo que me compraría un libro. Pero sus ocho años (le llevo 41) no le permiten esa voluntad. Así que le dije que fuera a la biblioteca y eligiera uno de mis libros para regalarme (debo tener unos dos mil libros), a ver si acertaba. Decía que era muy difícil, que no sabía mis gustos. Sin embargo, si tengo unas obras determinadas fue porque me interesaron, que revolviera los anaqueles, etcétera.
Estoy deseando que salga del colegio para ver lo que me tiene preparado.
16 comentarios
volandovengo -
daniel cundari -
un abrazo fuerte
volandovengo -
Gracias, Alberto. Por lo que veo también eres Géminis.
Alberto Granados -
Un barazo,
AG
B -
volandovengo -
Susana -
volandovengo -
José Carlos Mochón -
felicidades
volandovengo -
Por cierto, el libro que me ha regalado Juan es una recopilación de cuentos y fábulas de Monterroso. Impagable.
ana -
Un beso
Paco Campuzano -
Ciao
Carmen K. -
Conpatines -
Juan Carlos -
Natasha -
Feliz cumpleaños, Jorge.