Aproximación al nombre de Granada
Granada, desde el siglo tercero antes de nuestra era, o posiblemente antes, constituía un oppidum. Es decir, una célula básica de organización urbana que se daba tanto en Hispania como en Galia, Britania y el norte de África. Era un núcleo de población fortificado situado en altura, o sea, una habitación con vistas.
Los íberos lo llamaron Iliberri hasta la conquista de los romanos entre los años 208 y 206 a. C., que, conservando su nombre, le añaden el calificativo de Florentia, o sea, florida, quedando como Iliberri Florentia. (En la Provenza francesa hubo un núcleo ciudadano con el mismo nombre: Iliberis.)
Plínio, en sus escritos geográficos, llama a la ciudad Iliberri; mientras que Ptolomeo la denomina Illiberis.
Ili, en íbero, significa ‘ciudad’, como llevan muchos otros nombres (Ilipa, Iliturgi, Singili o Sacili). Berri proviene del vasco, del copto o del hebreo, con el significado de ‘nuevo’.
En el año 45 a. C. Julio César, para “premiar su fidelidad”, le concede a la ciudad estatuto jurídico de municipio latino, llamándola Municipium Florentinum Iliberritanum.
Con los visigodos, retomó la primera denominación de Iliberri o Iliberis, hasta que, al trasladarse la capitalidad tras la conquista musulmana, fue llamada Garnata al-yahud, “la villa de los judíos” (los hebreos llamaban a su barrio Granata, que corresponde con la zona de la Antequeruela –judíos de Antequera-, actualmente Realejo), suplantando definitivamente la nominación íbera.
De ahí derivó el actual nombre de Granada, ‘la granate’, ‘la de color grana’.
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