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Bojaira

Bojaira

Aunque muy menguado, por problemas de espacio, me imagino, este es el texto que le escribí a Jesús Hernández y que aparece en su disco, Bojaira, de reciente aparición:

No existen varias sensibilidades, sólo tenemos una sensibilidad que se manifiesta de diversas maneras. No hay varias músicas, hay una sola música universal que todo lo agrupa.

En una mente global y abierta, la mixtura de las tendencias es el único camino. Desde que el flamenco es flamenco, el mestizaje lo ha caracterizado. Ya no hay que pensar en fusiones o sinergias acomodadas, basta con abrir los postigos y aspirar todos los vientos, porque cualquier aroma tiene cabida.

Pero el flamenco no sólo es flexible a los diferentes estilos musicales, sino también a la instrumentación. A la tradicional guitarra pronto se le unió el cajón y otras percusiones. Y, como con vaselina, también admitió el saxo y la travesera, la batería y el contrabajo, el violín y el piano.

Jesús Hernández, pianista de jazz, parte en este trabajo del flamenco para desembocar en su propio lenguaje, en una suerte de fusión tan natural como personificada, en la que también encuentran sentido las incursiones en la música clásica (Bach) o en los ritmos caribeños.

El piano flamenco muchas veces trata de remedar a la guitarra y sus falsetas, sus escalas y trémolos. El piano de Jesús es simplemente piano que, con sus teclas bicolor, va proponiendo toda una gama de formas del arte jondo, que van desde la seguiriya a la colombiana, pasando por la granaína, la bulería, los tangos o las cantiñas.

En Bojaira, Hernández, parte de un flamenco reconocible, para desembocar en los senderos versátiles del jazz, donde la pura improvisación tiene un especial protagonismo, al igual que se imbrican el cante, las palmas o el zapateado flamencos.

Más adelante, cuando le dé unas cuantas vueltas más al disco, volveré a insistir sobre este trabajo realmente preciosista.

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