Algunos demonios por orden alfabético
El diablo no juega a los dados. Me encantan los libros donde los demonios andan sueltos, ya sea para hacer de las suyas ya para comprar ánimas desesperadas. Las obras de Cunqueiro y de Perucho siempre están salpicadas de estos seres infernales. Los leo y los releo con renovado deleite.
Otras obras, quizá sorprendentes, me vienen a la cabeza. A vuelapluma podría acordarme de Mefistófeles en la obra de Goethe o en ese otro remedo llamado Doktor Faustus, quien gracias al Maligno inventó la imprenta de tipos móviles antes que Gutenberg, aunque esto Mann no lo reflejara en su obra. Otro diablo compañero, como si se tratara de una novela septentrional (según Cervantes), vemos en el Don Juan de Torrente Ballester, que nos recuerda al mismo diablo que compartió remo de galeote con el virtuoso Paganini.
Cómo no traer también a colación El Retrato de Dorian Gray de Wilde o el divertidísimo El maestro y Margarita de Bulgakov.
Mi intención es más bien investigadora, pues, desde hace un tiempo, deseo averiguar cómo se canjea el alma por una vida algo más anchurosa, pues la mía anda bien flaca. Pero hasta ahora no lo he averiguado, pues dice Eduardo Mendoza en La ballena, cuento incluido en Tres vidas de santos, que “el hombre no es nada si no le empuja el diablo”.
Demonios hay a cientos. (“Uno de los lamentables errores del creador”, comenta Ambrose Bierce en su imprescindible El diccionario del diablo.)
Minutas de estos seres azufrados podemos encontrar en El bestiario de Ferrer Lerín o en el Diccionario infernal de Collin de Plancy, cada uno con sus funciones y sus aficiones, sus debilidades y sus características.
Tomo algunos de ellos, como siempre al azar y sin ningún ánimo exhaustivo, y los reflejo siguiendo su abecé (hago notar, por otra parte, la cantidad de endemoniados que comienzan por la letra ‘a’):
Algabat es demonio imberbe y asaz delicado, de formas redondeadas y bondadosas, que toma aspecto de mujer para ir precisamente al baño de las mujeres (los baños de mar, se sobreentiende).
Ammon (también llamado Aamon) es diablo principal en la jerarquía de los Infiernos. Pasa por ser fuerte, grande y poderoso. Se representa con figura de lobo con dientes muy afilados. Sabe de lo pasado y de lo venidero; de la amistad y del antagonismo.
Andrialfo es demonio reconocido por lo común. Acostumbraba a tomar figura de búho. En su apariencia de hombre se empeña en dar lecciones de geometría por ser harto versado en esta disciplina. También es dado a la astronomía, al derecho, al comercio y al lenguaje de las aves.
Arnulfo es demonio de grado intermedio, perfumista de oficio y en posesión de una notable dialéctica teológica. Es tartamudo. Defecto que le ha perjudicado, privándole de pasar a esferas o grados superiores en la jerarquía infernal. Arnulfo decíase autor de un tratado intitulado De las Pelucas.
Asmodeo es maligno destructor; enamoradizo y aficionado al juego. Trasformado en serpiente, fue el satán que sedujo a Eva.
Astarot, aunque con figura de ángel, es bien feo demonio. Cabalga humeante dragón y porta ponzoñosa víbora en la mano derecha. Procura la amistad con los grandes señores y políticos corruptos. Se le invoca los miércoles, previendo que no se acerque en demasía pues su hedor es enojoso, sólo combatible con un anillo de plata en la nariz.
Belcebú es el dios de las moscas, que son engendradas por los rayos solares en el agua estancada. Covarrubias (Tesoro de la Lengua Castellana o Española) lo llama Belzebub que proviene del hebreo Bahal-zebub. El premio Nobel (1983) William Holding se acordó de este demonio en su novela El Señor de las Moscas.
Cobillón es demonio perfumista y perfumado, bello, resultó y discretamente elegante. Es el antagonista del feo Astarot.
Croizás, natural de Pamplona. Don Merlín, según el vate de Mondoñedo, lo convirtió en haz de paja ardiendo. Era de la tenencia de los fornicadores. Se hizo pasar en Miranda por don Silvestre, alcalde constitucional de Burdeos en Gironda.
Shemnazai se introdujo en el Arca por un respiradero, convertido en humo y yació con la mujer de Cam cuando estaba dormida con las damas, pues Noé mantenía separados los machos de las hembras, dispersando su simiente.
Otros demonios o sobrenombres de ellos son: Abaddon, Agarés, Andras, Bitro, Caacrinolas, Lucifer, Satanás o Simón el Mago y sus sucesores: Basilides, Caprocato, Marco, Menandro y Saturnino…
3 comentarios
volandovengo -
Uno, prefiero gritar al lado de mis demonios (y de mis ángeles) y no echarlos fuera.
Uno -
Luz Belle -
Como dirían Siniestro Total "cuánta puta, y yo que viejo".
Se acabó pues el tiempo de los demonios. Los desbancó el tiempo del Tormento.