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Caminando por Bojaira

Caminando por Bojaira

Seguimos caminando por Bojaira. Jesús Hernández es un pianista de jazz que, desde hace al menos media docena de años, se está acercándo al flamenco, impregnándose de él. No le interesa adoptar las claves del cante y trasladarlas a su música, sino al contrario, emprende el humilde camino de hacer flamenco con las claves del jazz. Así su música es completamente reconocible en nuestros esquemas. Así su toque suena a flamenco.

A principios de año, este pianista granadino lanzó un disco (Bojaira) con todas sus inquietudes. Algunos temas que lleva en cartera unos cuantos años (colombiana) y otros de reciente factura para la grabación. Como resultado, un disco redondo, lleno de verdad y de respeto, que no puede defraudar ni a los amantes del jazz ni a los amantes del flamenco.

Como buen jazzero, concede un amplio margen a la improvisación y a los hados del momento. Como buen jazzero, cada apuesta es distinta dependiendo de la formación de ese momento (los músicos de jazz y los flamencos, en el buen sentido de la palabra, son mercenarios) y del capricho de los vientos, acercándose al dictado machadiano de que los pasos determinan el camino.

La apuesta era segura, no me cabía duda. Mis expectativas, sin embargo, quedaron cortas por la excelencia complice entre una buena interpretación y un sonido impecable.

Comienza la noche con las mismas seguiriyas con las que empieza el disco. Desde un principio se vino a apreciar la perfecta comunión de un baterista completo (Álvaro Maldonado) y de un bajista necesario (Manolo Sáez) con el piano de Jesús, que forman el trío base de la agrupación. La parte melódica, aparte de la voz versátil de Sergio Gómez ‘Colorao’, correspondió al saxo tenor de Paul Stocker, con solos memorables. Los pies (el taconeo) que le aportan a este tema una dimensión más que interesante, arraigada en la madera de la tradición, los prestó José Cortés ‘El Indio’, que, en el resto de la función, va metiendo su preciso juego de tacón punta, a veces olvidándose del resto del cuerpo.

Para los tientos-tangos (Sueño alfa) tiene un particular protagonismo la voz de Sergio, aunque genéricamente la voz se convierte en otro instrumento al servicio del conjunto. El compás es contagioso y la admiración creciente. Admiración que goza de especial aplauso en las variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach por soleares, que no vienen a ser más que unos virtuosos ejercicios para teclado en número de treinta y tantos, a la que Hernández quiso contribuir.

Acaba esta primera parte con la bulería llamada Laura, cargada de remates espontáneos, que se prolongan en la bulería con la que empieza la segunda parte y que le da nombre al disco. El bajo eléctrico ha cambiado por el contrabajo de Nico Langenhuijsen.

La fiesta continúa por alegrías donde se evidencia sin distinción el peso del flamenco y coge las riendas de la percusión Babacar. Hacía tiempo que no veía un baterista con la personalidad de este senegalés. Es un espectáculo verlo tocar, desde la manera de asir las baquetas hasta la contundencia en su toque.

Las colombianas, La risa de Mario, como digo, ya es un clásico; y la granaína, Camino a Mauá, que a su mitad se abandola con guajiras, le debe algo a Debussy.

Por bulerías, fuera de los ocho temas que componen el disco, termina la velada. Expusieron el tema Iris de Whayne Shorter, ya con toda la formación en escena.

Como bis imprescindible, suenan los tangos del saxofonista Paul Stocker, con indiscutibles aires del De Lucía.

4 comentarios

volandovengo -

Gracias, Concha. Que testigos presenciales confirmen mis apreciaciones no tiene precio.

Concha Cuéllar -

Mucho calor humano había allí esa noche... Y que bien nos has descrito el directo!. Saludos.

volandovengo -

Nosotros sí que tenemos suerte de tenerte, Mónica.

Mónica Aznar y Santiago -

No se puede escribir mejor!!! Y con mas acierto. Tuve el gran privilegio de estar con Jesús y con Jorge esa noche. Q suerte tengo!!!