Segunda semana del Corral
XV Muestra de flamenco. Los Veranos del Corral
El lunes 29 de julio pudimos ver al bailaor local Iván Vargas, que nace y bebe en el Sacromonte, pero con ansias de volar y de picar en otros platos. Lleva varios años readaptando una misma obra. Yo mismo se hace y se rehace a meced de estos vientos, posiblemente porque yo no soy el que era ayer, o soy el de ayer más el que hoy soy.
Un acierto de este bailaor es el de rodearse de un cuadro exclusivo, posiblemente uno de los mejores músicos de atrás que se pueden reunir. Miguel Lavi, David ‘El Galli’ y Juan Ángel Tirado al cante, son un espectáculo en sí mismo (destaquemos sus bulerías en torno a una mesa haciéndose compás con los nudillos); Luis Mariano, a la guitarra, con su delicadeza y su cólera, está llamado a dejar una huella indeleble en el panteón granadino (su taranta es conmovedora); Miguel ‘El Cheyenne’ no se limita a tañer el cajón, su concepto musical y su visión de conjunto lo llevan a limar las piezas y a dirigir el conjunto; David Moreira, al violín, aporta un contrapunto interesante y aplaudido, aunque a veces esté de más.
Con un pregón, trilla y romance, que esconde seguiriya en su vientre, se destapa Iván con su fuerza, a veces violenta, y su anhelo de transmitir. Una transmisión tan necesaria como arrebatada que se hará verbo por levante rematado por tangos, donde el sacromontano domina paseando su palmito con una seguridad y una gracia asaz agradecidas.
Termina por alegrías. Aunque, como acostumbra, será un falso final, pues vendrán a la postre generosidades musicales (solos de percusión o de violín) cercanos a la rumba. Cantiñas que recuerdan a sus mayores pero con un aire definitivamente personal, como él mismo.
Alberto Sellés, el 30 de junio, fue la sorpresa foránea. El jovencísimo bailaor de San Fernando (1991) es una caja de sorpresas. Quiso venir acompañado de Javier Barón, un peso pesado del baile nacional, quizá para darse una seguridad que, viendo sus hechuras y su técnica, resultó innecesaria.
Con un fuerte y seguro taconeo, Alberto comenzó con seguiriya, precedida por una estela de martinetes. Al cante Manuel Romero, Ana Gómez y David ‘El Galli’; a la guitarra Juan Campallo; y a la percusión José Carrasco.
Después de un poquito de bulerías de Barón y algunas incursiones por parte de los músicos (taranta guitarreada y malagueñas en la voz de ‘el Galli’), un breve paso a dos por cañas trasciende el nivel de la pareja casi de equilibrio. Todavía quedaba tiempo para unas rotundas alegrías por parte del isleño y unas graciosas bulerías, que acabaron por soleares, firmadas por el maestro.
El último día de esta semana (31 de julio) tuvo también sabor local pero de universal trascendencia. David Carmona, detrás de su guitarra, no sólo da un concierto, sino que hace una tesis de su espectáculo y da una ponencia sobre su concepto personal de convivir con las seis cuerdas que tanto le deben al maestro de Sanlúcar y a la escala mexolidia.
En solitario nos hace entrega de una taranta y de una soleá y de esas bulerías que le acompañan llamadas Motivo impertinente donde expone parte de su mundo. Igualmente interpretará un toque libre de clara influencia fandangueril (entre minera, granaína y taranta) donde pone a prueba su escala oriental demostrándonos que hay territorios posibles aún no hollados.
Con la misma escala mexolidia, propone bulerías que apunta Patricia Guerrero, su artista invitada, su artista fetiche, al baile con pantalón. Patricia se ciñe a lo elemental. Como un perfume, concentra su arte en los minutos necesarios para hacernos estremecer. A la vez rotunda y delicada; sus brazos, sus caderas, su rostro, sus pies, su palmito todo, hacen de ella una isla hermosa entre las bailaoras del momento. No temo en afirmar que el mejor día del Corral, de lo que llevamos, el mejor momento es precisamente este en que Patricia baila para David y David toca para Patricia, porque lejos de que el baile acompañe a la guitarra, la guitarra se hace exclusiva, David compone directamente para el baile (posiblemente para el baile de Patricia). Esta jugada la repetirán generosamente en las bulerías finales.
Antes de este final por fiesta, ya con el resto del grupo (Carmen Molina al cante; Agustín Diassera a la percusión), meros instrumentos a su servicio, David apostará por unos ricos fandangos de Huelva y unos curiosos tangos que, entre otras cosas, expresan anormalmente dolor en sus letras, también compuestas por él.
* Foto de Naemi Utea©.
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