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volandovengo

La desnudez como prueba

La desnudez como prueba

Uno

El escultor griego Praxíteles (siglo IV a.C.) tenía como musa a Friné, una hermosa hetera (una cortesana, como lo fuera Aspasia, amante de Pericles, quien le dio un hijo), a la que, como otros artistas, no dudaba en utilizarla como modelo para representar a la diosa del amor (la Venus de Cnido se supone que es la imagen de Friné, una de las más bellas esculturas que conozco).

Friné fue juzgada en el areópago (tribunal superior de Atenas) por el delito de impiedad (por el mismo ‘crimen’ que se sentenció a muerte a Sócrates).

Hipérides, su defensor, fue incapaz de convencer a los magistrados con su discurso. Entonces hizo desnudarse a Friné ante los jueces, quienes la absolvieron convencidos de que no se podía privar al mundo de tal belleza, la cual era un monumento vivo a Afrodita.

Dos

En la Inglaterra del siglo XI, sir Leofric, conde de Chester y de Mercia y señor de Coventry, cegado por su ambición quiso subir los impuestos a un pueblo ya estrujado. Lady Godiva, su bella y bondadosa esposa, le pidió que no diera curso a sus deseos de explotación, para lo cual, pensando que quizá no se atrevería, el conde dijo de bajar los tributos si recorría las calles de Coventry a caballo, sin más vestidura que sus largos cabellos.

La dama pidió a sus vecinos que se encerraran en sus casas para no perturbar su desnudez. El día señalado, Lady Godiva paseó por su pueblo desnuda, montada a caballo, a la vista de todos pero sin que nadie la viera.

Tres

En El Escarabajo de Mujica Lainez se cuenta que una americana de alta condición, esbelta y elegante, fue falsamente acusada de esconder alguna enfermedad cutánea, incluso lepra, bajo sus permanentes guantes de caña alta. En una reunión, delante de los asiduos amigos de la alta sociedad que frecuentaba, se desnudó por completo para mostrar una piel inmaculada y un cuerpo más que deseable a pesar de la edad que ya acumulaba..

El escritor bonaerense describe: “Mrs. Vanbruck empezaba a desprenderse las tiras que le sostenían el vestido en los hombros; nadie más lo notó, porque la norteamericana había retrocedido hacia la media luz que circundaba la claridad redonda de la gran lámpara, bajo la cual resplandecían las calvas, los gemelos, las sortijas, las pulidas uñas y las brasas de los cigarros de los señores. Mrs. Vanbruck deslizó con habilidad el forro de seda de Cheruit, descubriendo sus pechos, quirúrgicamente impecables. Lo vio Maggie y lanzó un grito. Volviéronse todas las cabezas, y los presentes comprobaron, atónitos, como ante una alucinación, que Mrs. Dolly continuaba bajando el vestido celeste, y que exhibía la mimada pulcritud de su vientre, de su ombligo, para terminar arqueando sobre la cabeza sus brazos de encaje negro (…). Y giró el cuerpo muy acariciado, aproximándolo a la lámpara (…). Mrs. Vanbruck medía los pausados ademanes, y revestía una vez más la obra maestra de cirujanos conspicuos que un minuto antes exhibiera, tornaba a cerrar los broches de diamantes que en los hombros sujetaban sus tirillas, se inclinó y, prolongada su figura por la breve cola celeste, se alejó como un ave majestuosa”. 

* Friné ante el Areópago, Jean-Léon Gérôme (1861).

2 comentarios

volandovengo -

Me alegra que te guste, GFP. Ante la duda, lo mejor es quitarse la ropa.

GFP -

Buenísimo, Jorge. Si señor. Sí señor, la desnudez como prueba irrefutable.