El matrimonio (3)
Ya he referido el caso de que, la revista Punch Almanac, en 1845, recomendaba a los que habían decidido casarse: “No lo hagáis”. Eso, sin embargo, es contar la feria cómo te ha ido en ella. Hay parejas que no cambiarían el connubio por nada, que tienen espíritu de pareja, que si volvieran a nacer se volverían a casar con el mismo compañero o compañera. Entre sus Máximas, en cambio, François de La Rochefoucault sentencia que “hay buenos casamientos, pero no los hay deliciosos”.
Muchas veces hemos oído decir (o hemos comprobado en gentes cercanas) que un hombre, o una mujer, no resiste la perdida de su pareja y ha muerto a los pocos días. ¿De pena? ¿De amor? Dimitri Karamazov habría sido capaz de quitarse la vida por exceso de felicidad, por extremado amor compartido.
En la duda se asienta todo. Sócrates (cito de memoria) recomendaba a algún discípulo arrojado: “me preguntas si debes o no casarte, yo te digo que cualquier cosa que hagas te arrepentirás”. Miguel Gila lo explicaba de esta otra manera: “el matrimonio es como el metro: los que están fuera quieren entrar y los que están dentro quieren salir”.
Nietzsche, por su parte, en Filosofía general, escribe: “siempre hay algo más necesario que hacer, que casarse: ¡cielos, así me ha sucedido a mí siempre!
El que no está casado se amolda a su vida de soltero. ¿Existe una soltería por vocación aparte del celibato confesional? Puede que sea una creencia. Una filosofía de vida, en todo caso. Solterón o solterona es (o era) despectivo. Sobre todo en la mujer que no había encontrado novio, que se le había pasado el arroz. El hombre podía ser un crápula, un vividor.
Ahora es distinto. Tanto la mujer como el hombre que deciden no ‘compartir’ su vida son simplemente personas independientes, solitarias, autosuficientes. San Agustín alude a que “el pájaro solitario siempre se posa en la rama más alta”.
Tenemos una segunda soltería que llega con la viudez o el divorcio. Muchos llegan a casarse una segunda o una tercera vez (o más veces). El hombre, pensarán algunos, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
¿El matrimonio es una liberación? En determinadas circunstancias puede que lo sea o en un tiempo pasado, como pudo ser el servicio militar. Ambrose Bierce define al matrimonio como “condición o estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, que suman en total dos personas”.
El niño que le pregunta a su madre (lo he contado más de una vez) si su padre, después de haber muerto, está en la gloria. La madre responde: "No. Papá está en el cielo; en la gloria estoy yo".
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