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volandovengo

Galatea y Pigmalión

Pigmalión jugaba al fútbol en un modesto equipo de provincias. Galatea acudía al estadio para verlo entrenar. Ésta no sabía hasta qué punto estaba enamorada de él. En realidad no sabía a ciencia cierta qué era el amor.
Cuando más le gustaba su Pigmalión era después del ejercicio, cuando se acercaba a ella, se despojaba de la camiseta y, con el torso bañado en plata, la besaba suave.
Pidió al cielo que ese momento fuera eterno. Rogó a la diosa que congelara el instante sublime de aquel beso.
Ahora Pigmalión es una bella figura de mármol blanco que se asoma a la alberca del jardín donde Galatea eterna sueña el amor.

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