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La sabiduría de Manuel Cuevas

La sabiduría de Manuel Cuevas Los Trasnoches flamencos del Festival de Música y Danza se han convertido en un escaparate para visitantes noctámbulos de la ciudad, nada más lejos sin embargo que un espectáculo para guiris. Manuel Cuevas supo eso nada más llegar a la cueva La Fragua en el Sacromonte y remodeló su programa hacia cantes más ligeros y bondadosos, sin olvidar ni por un momento su buen hacer y la ortodoxia de sus propuestas. Con todo y con eso, en cada parte, pudimos escuchar la jondura de formas tan flamencas como los cantes de Málaga o las tarantas. Manuel se templó por malagueñas en las que puso de manifiesto sus cualidades y su potencial de gran cantaor lleno de frescura y sabiduría, desbordado de pasión y fuerza. Sus referencias a los antiguos eran continuas. De los Pavón pasaría al Niño Gloria y se regodearía en aires maireneros. Las peteneras recordaron a Menese y la dulzura de sus bamberas a Pastora. El control es suyo y el público está volcado con su agudeza de timbre y sus remates llenos de melismas, cuando remata con unas cantiñas su primer bloque de cantes. José Luis Postigo, a la guitarra, da el contrapunto preciso a un cante sin fisuras. Deja hacer y modera sus falsetas al encaje del silencio.

Después del descanso, cuando los duendes de la primera toma de contacto se han aplacado, Manuel se muestra más seguro. Unos tangos que encierran guajiras y garrotín, es su propuesta definitiva. Los asistentes malamente palmean con el cantaor de Osuna hasta hacerse un poco insoportable en las bulerías, donde el sevillano se mostró largo y generoso, abarcando desde Cádiz y los Puertos, desde Jerez a Utrera y Triana. Entre medias de esta fiesta, Cuevas expondrá sus tarantas primitivas, rescate personal del olvido para su antología del cante minero, justificando su dominio del levante y los cinco premios recibidos en La Unión. Remata la noche con un ramillete de fandangos naturales que culmina sin micrófono, envolviendo la cueva con su voz como si lo tuviera. Como regalo, ante la insistencia de los asistentes, también sin amplificar, aportó otro fandanguito valiente.

Un recordatorio para finalizar. El sonido de los Trasnoches y del FEX, cuando sonorizaba Benson, ha sido exacto y muy profesional. Un abismo en cuanto ellos faltaban. En cada espectáculo buscaba con la mirada a Juan Benavides detrás de la mesa para tomar mis notas con la tranquilidad de que el equipo técnico funcionaría como un reloj.

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