Un lejano Punto de Fuga
VII Festival de Otoño de Granada 2006
Siento que se me escapan todas las sensaciones ofrecidas por este nuevo grupo de danza y de Soledad Gallardo, su ideóloga. Siento que el compendio de todas las artes no se pueden filtrar por el mismo ojo que evalúa sólo, generalmente, el flamenco. Siento que el corpus escénico representado el domingo al atardecer acudió al foro equivocado.
Arriesgada y sugerente es la obra de Punto de Fuga-Danza. Valiente la propuesta como primera impresión. En “Restauración” comulgan la danza, el teatro, el flamenco, el sonido, la luz, el arte conceptual, el vídeo, la performance, la expresión corporal… sin que nada predomine. No es una elección baladí, responde a la necesidad de comunicar con todos los medios sensibles a nuestro alcance.
Así nos encontramos a un mismo cuerpo en tres estados diferentes: lo físico (Noemí Martínez Chico), lo mental (Marco Vargas) y lo emocional (Patricia Cabrero Ruiz), que interactúan con el público como si fuésemos las circunstancias orteguianas. En la primera parte, quizá demasiado larga, el aspecto físico se envuelve en la realidad cotidiana representada con papeles de periódico fijado en las paredes y en el piso. Parece que le pesan las noticias, se funde con ellas, las sufre y las destroza. Implica a los asistentes en su penar, en su abandono, y desaparece como la luz en el patio de butacas. Mientras tanto, el estado mental en una “caja de luz”, que no ha parado de grabar en circuito cerrado de vídeo todo lo que acontece en el exterior, que se proyecta sobre los velos que lo encierran, da sensación de prudencia, de miedo hacia su estado físico. Movido por una continua soleá, baila también obstinado, zapatea con faldas mostrando la ambigüedad de la memoria. Soleares que pronto serán tientos, para acabar con tangos. La emoción, el más visceral de los sentidos, que desde un primer momento ha estado quieta o trazando leves vaivenes con sus pies congelados, baila encerrada en la ternura de un vestido que la atrapa. Baila y se deshace poco a poco de su celda de seda, mientras se proyecta un poema que cobra vida en el lienzo. Como todo, como todos, crece, decrece y se trasforma, se restaura.
FOTO de Pepe Torres
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