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volandovengo

De esperas y esperanzas

De esperas y esperanzas

Quien espera es porque tiene la esperarza de dejar de esperar. Quien, sentado en la sala de espera, por ejemplo, espera (valga la redundancia) a que el médico (o el homeópata o el abogado o la dietista o el ingeniero o la pitonisa) le atienda, con la esperanza (esperemos que a corto plazo) se solucionen sus problemas.

Hay esperas inútiles. Esperar en vano es la desesperanza más grande que existe. La espera desespera. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde y si se extravía, qué pronto se encuentra.

Fumando espero..., dice una copla hogaño políticamente incorrecta. Aunque se sigue fumando para esperar o leyendo o ambas cosas o hablando por el móvil o pensando en las musarañas o todo junto o quién sabe.

Prefiero esperar a que me esperen, al igual que prefiero en el negocio perder a un cliente que a un amigo (soy lo contrario de agresivo en los negocios) (así me va) (así me viene) (volando vengo). Creo que todas las personas que valoran el tiempo son como yo. Por ende, pienso que hacer esperar es una falta de consideración.

Tan impuntual es quien llega demasiado pronto como quien llega demasiado tarde. Tácitamente existe un margen de diez minutos. Son los diez minutos de cortesía que debes esperar antes de desesperar o de acusar de desconsiderado a la persona citada. Son los diez minutos también que te puedes adelantar en una visita y no sorprender a tus anfitriones con los rulos puestos y el pipí sin hacer.

Quienes padecemos del estómago, del corazón, de ansiedad, de estres (ya estamos con las enfermedades de yuppies), sentimos en nuestras propias carnes la espera (a los demás) y sobre todo la tardanza involuntaria (de uno mismo).

Cuando uno llega tarde una vez y le echa la culpa a un atasco, la culpa es del atasco. Cuando uno llega tarde dos veces y le echa la culpa a un atasco, la culpa es del atasco. Cuando uno llega tarde tres veces y le echa la culpa a un atasco, la culpa es del atasco. Pero cuando uno llega tarde más de cién veces y le echa la culpa a un atasco, la culpa es del tardón. Se trata simplemente de un "atasco a mano armada".

2 comentarios

volandovengo -

Primo, creo también que el esperador en que me he vuelto raya la enfermedad mental. Pero, también es verdad, que la espera te da algunas satisfacciones (alguna vez reflexionaré sobre esto).

lauzier -

JEJE; esto está convirtiéndose en una de mis enfermedades: soy tremendamente maniático con eso y llego con mucho tiempo (a veces hasta una hora) de antelación. Justamente, vivir en Madrid, y soportar atascos, me ha hecho un enfermo mental; eso sí, esperando me lo paso muy muy bien. Abrazos, primo.