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Un diamante pulido en Armilla

Un diamante pulido en Armilla

Granada Flamenco

El conjunto fue sorprendente. Sin llegar a ser una obra al uso, con argumento y tintes dramáticos, el espectáculo de La Moneta y su grupo el martes en Armilla fue redondo y muy completo. Gusta ver a Fuensanta de tarde en tarde para así apreciar su evolución. Desde que ganó “El Desplante”, Primer Premio del concurso de baile en el Festival de Las Minas de La Unión (2003) y aún antes, esta bailaora granadina ha sido un diamante en bruto, con algún altibajo, pero con una encomiable trayectoria. Hoy por hoy, pasados cuatro años de ese prestigioso galardón, se puede decir que La Moneta ha encontrado su sitio, se va ubicando en el mundo del flamenco, tiene una carrera definida… Esa piedra preciosa va adquiriendo la forma que le dará su valor definitivo, se va puliendo lentamente pero sin pausa. Coge los mejores frutos que tiene a su alcance pero sin olvidar la tierra, las raíces, que en definitiva constituyen la fuerza de sus comienzos; y la intuición, ese crear espontáneo, ese dejarse llevar por los latidos del flamenco, después de un minucioso estudio, después de horas y horas de ensayo. Resultado: un baile visceral en donde la bailaora recupera su garra, pero se muestra más introspectiva que nunca, con un baile más reposado, lleno de silencios y de regodeos en su propia imagen sinuosa.

Una presentación de los músicos por malagueñas abre la velada. El sonido no es perfecto y la entrega tiene carencias. De cualquier modo, este comienzo deja mucho que desear. Se olvida, sin embargo, cuando comienzan a sonar las alegrías y aparece la bailaora con bata de cola blanca ribeteada en rojo y mantón a juego. Es un bombón. Fuensanta mueve el vestido con gracia y soltura arrancando oles a cada paso. Su baile es más distendido y racional. Más maduro. Es una artista completa que saca partido a todo su cuerpo, como lo saca de los músicos que le acompañan y aprovecha como pocas todo el escenario que la acoge.

David Carmona interpreta una creación propia, llena de profundidad, de horizontes levantinos. Y esta es otra de las virtudes del espectáculo: el protagonismo que se le da a cada uno de los actores. Así, Miguel Iglesias aporta una farruca que La Moneta baila con pantalones y torera. Es un baile sincero e intimista que no esconde nada, que sugiere perspectivas impensadas. La mejor oferta de los cantaores es la soleá que interpretan a capela, sin micrófono, cada uno a su estilo, que viene a ser el mismo o su complemento. José Valencia aporta toda la sabia de Utrera, Antonio Campos liga los tercios de forma asombrosa, Miguel Lavi es un descubrimiento de buen gusto y pellizco jerezano.

La noche acaba, como no podía ser menos, con el plato fuerte de esta joven artista, las seguiriyas llenas de fuerza y verdad con que convenció al pueblo murciano, las seguiriyas con que ha rendido a medio mundo a sus pies, las seguiriyas con las que puse mi mano en el fuego y prometí incondicionalidad.

* FOTO: La Moneta (© Víctor L. Gómez)

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