Estética en las tablas
El mes pasado, sin comérmelo ni bebérmelo, me vi presentando el Festival de Flamenco Joven de Armilla. No es la primera vez que me lían para algo así. Además, sin previo aviso. Aquí te pillo, aquí te mato. O, lo que es lo mismo, ya que has venido, te suelto el micrófono y entiéndetelas como puedas.
No soy locutor ni soy de los que dan muchos datos. Mis presentaciones se reducen a conectar con el público e interactuar con los artistas, intentando pasarlo bien a todos los niveles. Lo hago así, porque no sé hacerlo de otra manera. Además, me cuesta mucho empezar.
Después me gusta que me feliciten y que me recompensen, con una cerveza al menos. En Armilla sólo hubo un choque de manos y un "muchas gracias". El próximo año, no sé...
Bueno, lo que quiero contar es otra cosa. En este festival ayudaba el ambiente. Y así lo dije. Buen sonido, buen teatro, buen público, artistas entregados y sillas de anea. Porque, no es lo mismo hacer flamenco con sillas de anea que con sillas de escay.
La estética es importante. La decoración puede colaborar casi tanto como el silencio, como el sonido, como la presencia. Hay formas y formas. El respeto, por ejemplo, es imprescindible. No se puede salir al escenario de cualquier manera, aunque el aspecto no contribuye a la hora de cantar. Que se lleven zapatillas playeras o zapatos no determina que se cante mejor o peor, pero contribuye al resultado final ir vestido de domingo.
Hay quien va con chaqueta o con traje de flamenco o con sombrero. Ole por las formas añejas. No digo tanto, pero un respeto... Al igual que, si al llevar chaqueta y agobia el calor, a nadie molesta que se la quite y la cuelgue en la silla y se remangue. Pero, si se pide con gracia permiso al respetable, no está de más (y no cuesta nada).
Respeta y te respetan. Tampoco se puede uno ensañar con el público por un mal día, por un abucheo o por problemas con la organización (cosas que hemos visto recientemente).
El otro día, viendo a Paco Moyano y Paco Cortés en Huétor Vega, sacaron una botella y dos catavinos y se sirvieron en una pequeña mesa de palo. El sabor de lo auténtico (además de su actuación tan personal y enraizada) terminó de redondear el goce.
Hogaño, es normal, salir al escenario con la botellita de agua. Es lo más sano. Dice bastante de la seriedad del artista, que se cuida. Pero, perdonadme, me parece un poco antiestético y artificioso (tampoco el vaso de cubata me parecía bien).
Rizando el rizo. Hay quien lleva un poco de güisqui en la botella de agua. Lo notamos por el color amarillento, cuando el color de los focos no es ambarino.
* Paco Moyano y Paco Cortés (© Pepe Morillas).
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