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volandovengo

Remanso de paz

Remanso de paz

El otro día, el miércoles pasado sin ir más lejos (ni más cerca) experimenté un viaje cósmico, una estancia en un agujero negro, sin tiempo, sin espacio, otra dimensión.

Estuve, para vuestro conocimiento y probable envidia, en un convento de clausura. En concreto pasé un par de horas en el convento de las Tomasas en pleno Albaicín.

Un familiar mío, una tía de mi madre, vive allí retirada y, por razones diversas, requiere de vez en cuando mi presencia.

En principio fui para sólo un momento. Pero el tiempo se ralentizó, el reloj se fundió en mi muñeca y la realidad se convirtió de inmediato en la nebulosa de un agradable sueño.

Separados por rejas, como Dios manda, tratamos nuestros asuntos (también los terrenales), mientras saboreaba una infusión de manzanilla de su huerto con un poco de salvia.

Al tiempo, ya relajados, me hizieron pasar al convento, haciendo la vista gorda (Dios perdonará), pues debía solucionarle algún problema informático.

En las Tomasas conviven siete hermanas, tres de ellas muy mayores y enfermas, y el convento es enorme. Cuando visité uno de los patios floridos y cariñosamente cuidados comenté bromeando (y sabiendo la respuesta) si admitían huéspedes. Confesé que me hacía falta un retiro espiritual o un espiritual retiro. Nos reimos. Yo abiertamente, con cierto regusto de envidia. Ellas de forma muy discreta, clausurada, pensando, en el mejor de los casos, que eso era imposible.

Salí del claustro y entré en la ciudad y, puede parecer broma, pero me encontraba más feliz y relajado y sonriente y en paz. Amén.

* FOTO: nucleo urbano del Albaicín.

3 comentarios

volandovengo -

Y lo mejor es que tendré que volver algunas veces más. Aunque no sabré al fin cómo podemos vivir extramuros.

lauzier -

Pues sí, te envidio, por la manzanilla y por el convento, que debe ser como pasar a otro mundo, ¿no? Fíjate, patio en medio del Albaycín. Ufff.

Identidade -

Éste debe ser el efecto de un viaje cósmico, creo: relajación y felicidad.